Patria es libertad.
JOSÉ MARTÍ
Foto: Cardi B en Estafadoras de Wall Street, de Lorene Scafaria |
“… ”
“… ”
“¿Tú crees, Ulises?”
“¿No tenés esa impresión? Pues
yo sí, desde que llegué.”
“… ”
“… ”
Estamos en El Tiburón y Ulises está un poco
borracho. Hace calor. En el Sur ahora se manda un tremendo frío, según noticias
de Telesur, unos cuantos grados bajo cero. Como dice Márai en una de sus
novelas, llega un momento en la vida en que hay que irse lejos, un poco más
allá del Sur.
Ufff, es un vertedero esta
playa. Por desgracia ocurre en muchos lugares del país, pero eso no sale en las
postales. ¿Por?
“¿Sabés? Ya lo tentó el griego,
che, somos animales contradictorios. Mirá, tus compatriotas se duchan dos o
tres veces al día, pero terminan de comerse una pizza y el cartoncito en el que
la traen para el suelo, o las latas de refresco, o lo que sea, ¿no es eso una
poronga de contradicción? ¿Entonces para qué se duchan? Y fíjate, carteles y
política por todos lados, pero al parecer, según muchas personas con las que
hablo, no se puede opinar políticamente, ¿está bueno eso? No está bueno eso.
Hay que dejar que la gente opine lo que crea, o lo que no crea, siempre y
cuando tenga un argumento y lo pueda sostener, ¿no te parece? ¿Qué pensás?”
Ulises se posiciona en un tema
y de ahí cuesta una montaña sacarlo. Le apasiona joya el tema de la
política. Se graduó en la UBA hará como nueve años. Nos conocimos en la
Guiraldes de Talcahuano y Arenales. Ciencias Sociales en Política del siglo XXI.
A mí me banca escuchar el filo de su navaja, porque casi siempre acierta en sus
apreciaciones y se mantiene alerta en todo momento. Es un buen esgrimista con
la palabra, yo le digo sos un sofista de la vieja escuela, y que Buenos Aires
está repleta de sofistas por todos lados y se ríe. Según indicios, no le va muy
bien con Narai.
Anoche Narai (anagrama de…) se
ajumó, y con la nota que pescó se quitó la ropa, y gritaba que quería un barco
y dentro que tuviera muchos tubos para bailar, Que la plata es importante, Que la plata lo es todo, Que sin plata se
hace muy difícil todo en esta prisión, papi, si hasta el mismo Virgilio lo dice
en uno de sus poemas, La maldita desgracia del agua por todas partes.
La moda en estos tiempos. El
sueño de muchas en esta isla, con sus cosas buenas y no tan buenas, a pesar de
lo que publicite la propaganda de cara a la galería. Bailar el tubo y ganar
plata para evitar que la desesperación las corroa, las gangrene, las mutile. Tengo
un amigo capitán, ¿se puede ser amigo de un militar?, y le comento que mientras
los sueldos sean ridículos se querrá ir más de la mitad de la isla, porque si
se sondea, es un problema económico, no ideológico. Me dice que el Estado no
tiene dinero para pagar sueldos altos. Tengo ganas de preguntarle si me
responde como un oficial o como un trabajador del Estado, pero no, mejor no
comprometer respuestas que a veces son complicadas de verbalizar en según qué
contextos.
“¿Y entonces?”, le suelto la
frasecita lugar común que ahora está en la pasarela y parece invocar mucha
vitalidad.
El encargado de la Casa de
Visita nos pidió que ni una cerveza más, y que nos la lleváramos, por el amor de Dios.
De repente apareció la
policía. No era por Narai. Mataron un caballo en La Cañona y andaban al loro
por si las moscas. Echo de menos a Barcelona. Estos giros y modismos y formas que
me salen vienen de allá, han hecho también su travesía.
Ayer hablé con el ingeniero, le quiero
presentar a Ulises. Ulises estaba trabajando en la Biblioteca. Escribe un
libro, Contra la grasa, y que ahí
desmentirá muchas mentiras y boludeces del gobierno de Macri, según y cómo.
Intuyo que se caerán bien, o me gustaría creer que pueden hacer buenas migas. Que los
símbolos, y que lo que importa en el fondo del fondo es que cuando alguien se
come un pedazo de pan, se suma también el alma del artesano que lo elaboró, he
ahí una cuestión importante.
Yo sé que sus libros en la
isla pocos los leen, y muchos no lo entienden (o no quieren) porque les fustiga
la envidia y el látigo de su prosa, de su arte polisémico, de sus formas de
contar lo que sea sin valerse de niveles superficiales y básicos. Lo básico, lo
demasiado evidente, es un nivel negativo de la explicitud, y de ahí a la
incultura va un triste paso, me dice. ¿Cultura o envoltura? ¿Forma o fondo? La
guerra de siempre, desde que el hombre hizo su primer trazo en las cuevas para
llamar al bisonte o al mamut.
Que no sólo es la harina, ni
la levadura ni el agua que se emplea para el pan, es la corriente que viaja por
el interior de ese pan y del constructor de la obra. Acuérdate lo que señalan
nuestros abuelos, al pájaro se le conoce por la cagada. Una frase parecida me dijo
Ulises respecto a la bibliotecaria de Lengua de Pájaro. ¿Parece una ratonera o
no lo parece? ¿Me quiere decir otra cosa Ulises y no termino de caer?
Estamos de acuerdo en unas
cuantas cosas. A la obviedad no se le debería sumar más obviedad que la que
tiene. Y que el autor de Un brindis por
el Zonzo es local en el fondo y en la forma, y maneja una oralidad de vuelo
bajo, nada que ver con la oralidad pensada y casi cartesiana de un Rulfo. Es
fácil imitarlo, pero casi imposible superarlo. Con éste se indaga en la posible
semilla, la que fuere, con el autor de Santa Clara a la semilla se le siente el
surco, el color de la tierra, el aguacero que llegará mañana, no añade nada si
la obviedad es la regla y no la excepción. Emotivo sí es, cierto, pero también
emociona ver caer una bomba en un poblado, aunque duela y no seamos capaces de
lanzarla, me dice el ingeniero.
JR versus OJC. Lo leí hace la
tira de años. En su momento me pareció pertinente. Bueno, está bien para
cualquier campaña de alfabetización, pero nada más. En estos tiempos que se
viven en la isla es forzosamente necesaria otra campaña para que muchos y
muchas aprendan a leer, a leer, no a deletrear. Deletrear es relativamente
fácil, leer no, leer lleva una complejidad nunca rectilínea.
Cuando Ulises desemboca en ese
delta no hay quien le haga sombra. En algunas cositas discrepamos, pero en
otras coincido con sus opiniones. Tienen elasticidad y están fundadas en el
principio de que nada es lo que parece, y mucho menos cuando se sentencia una
verdad, la que fuere, como si se tratara de un dogma. Repito algo que ya
sabemos: No hay verdades absolutas y los dogmas son, peligrosamente, un camino lleno
de venenos.
Me regaló para mi cumple Hacia la estación de Finlandia. Ufffff,
qué libro. Ahí entendí muchos acordes y niveles sobre el capitalismo y el
comunismo, y sobre la siempre confusa y tan maltratada versión de la historia,
que no es una sola y jamás de los jamases se debería ir de un extremo al otro.
Según se mire. No hay una sola versión, hay infinitas, y según el poder y el
mandamás de turno, barre, la versión y hasta la historia, pues barre para su
casa. Y el resto es lo malo, lo peor, lo que no sirve.
Nada es lo que parece ni acá
ni allá, y como dijo el poeta que murió en Dos Ríos, trincheras de ideas valen
más que trincheras de piedra. Ideas, No la idea. Ulises tiene sus ideas y las
argumenta, yo tengo las mías y las argumento, y el vecino del tercero (pienso
en un vecino de mi edificio, cuando vivía en la calle Calabria de Barcelona)
tiene las suyas, sepa o no argumentarlas.
El barco no es pecio pero
pronto lo será. Lleva en ese lento naufragio muchos años. Castillo para nuevos
nacimientos y nuevas muertes, sopla el viento por este lado, mañana quizás no y
habrá sido el viento de... Símbolo, arguye el ingeniero Medina, y en algunas de
sus teorías y pareceres tiene razón y le asiste la ingeniería de las
inferencias.
“¿Te venís a La Puntica de
Belquis, che?”
“… ”
Me pregunto qué le habrá
pasado en la Biblioteca. Llegó pensativo y de ahí no quiere salir. Mañana tiene
que recoger el resultado del análisis.
“Che, tu isla es un país
extraño. No me dices abiertamente lo que pensás de algunos cosos que te
pregunto, ¿tenés miedo? ¿A qué le tenés miedo? ¿No sos libre acá?”
“Lo somos, Ulises, pero hay
libertades y libertades. Además, pana, somos verdaderamente libres por dentro,
en nuestras ideas, en nuestras convicciones, pero a veces hasta la idea más
inofensiva, dicha en el momento que no se debe, puede traer problemas,
confusiones, y ya sabés que eso dependerá de lo que quiera entender el que
escuche. A veces mucha gente acá te hace ver que está captando una cosa, pero
en su cabecita está entendiendo otra muy distinta, y eso, según se mire, capo,
puede ser un problema o provocarlo, según.”
“Ya llevan una poronga de años
ustedes con ese temita de la cultura, y que país culto y que si la educación
gratuita. Mirá… la grasita esa de la Biblio, yo creo que le está estafando un
sueldo al Estado, porque ahí en su puestito ni come, como decís por acá, ni
deja comer. Joya, me dije, pregúntale Ulises sobre algún libro del paisano de
Rosario, y ¿sabés? Me dijo, con fatigosísima lentitud, que esperara, que miraba
la ficha técnica. La verdad, che, me decepcionó. ¿Para informarme algo del
paisano de Rosario que casi fue cubano tiene que mirar alguna ficha? No, che,
esa boluda es un fraude. Si no sabe cómo persuadir y accionar ese bagre,
debería empezar por terminar la primaria y no confundir memoria huidiza con
conocimiento verdadero, che, y no ser esclava de los prejuicios, sabés que un
prejuicio es un juicio antes de…, ¿me bancás?”
“… ”
“¿Te venís a la Puntica?”
Me hizo gracia lo de la
grasita. Para el ingeniero Macri hay demasiados funcionarios en el Estado, y eso,
de alguna manera, es grasa que hay que quitar. "Ir a la esencia, che, ¿por qué
hacés quince lo que podés hacer cinco? Ya sabés, Jorge, aquello que sentenció
el poeta de allá y del mundo, uno de los grandes: Demócrito de Abdera se
arrancó los ojos para pensar, el tiempo ha sido mi Demócrito."
“¿Andiamo?”
“Andiamo.”
Dejamos El Tiburón y al poco llegamos a la Puntica. Fuimos por la orilla y
el aroma ferruginoso que sentí emanaban las uvas caletas me llevó bien lejos, a
los primeros días en que iba con mis primos a vacilar a las muchachitas que se
cambiaban la ropa en la caseta, y robábamos sus cuerpecitos al limpio desde una
lomita, y hasta una vez la directora Luci nos agarró in fraganti, ¿Qué estrella
cae sin que nadie la mire?, como poetizó Monsieur Faulkner.
“Emanuel, no te metas.”
Decía una mamá mientras se
untaba crema en los brazos y en la cara. Y el tal Emanuel que quería meterse para morir,
mamá, unas liendres que traía en la cabeza.
“No digas eso, Emanuel.”
Y la mamá se reía y el hombre
de al lado, un muchacho de Sagua que le ponía la crema en la espalda, dejó
escapar, como en escorzo, una sonrisita, como si todos reconociéramos en algún
momento al pícaro (¿proletario?) que llevamos dentro.
“¿Qué escribís?”
“Apuntes para un libro que
armaré, che. Ventanas. Uno de los capítulos se llamará Contra la grasa.
No son tiempos para perder en palabrería barata, che, en discursos, hay que ir
a la esencia, Jorge. Acordate de lo que escribió el maestro peruano en su
ensayo La tentación de lo imposible a
propósito del blablabla. Acordate que hablaba del XIX y ya rodamos por el
carril del XXI, ¿me escuchás?
“Mira como estic, collons.”
Y de ahí nos metíamos a
revolcarnos en la cama de sus padres y nos matábamos a follar. Lo candente y
dura que me la ponía esa zorrona, No puc,
no pucscollons, sollozaba en catalán cuando se avistaba el momento cumbre.
Le gustaba la suciedá, la puercá y la cochiná, la llevaban muy lejos en la
calentura.
Luego ya no pudimos continuar
y nos hicimos buenos amigos.
Una tarde los presenté a los
dos en la Llibreria Documenta, en Pau Claris. A Ulises le cuadró y empezó a
sondear.
“¿Afila bien, che?”
“Lo máximo, men. Muy gozona y
viciosa.”
“¿Y acá tiene algo?” Se tocó
la sien.
“Se salva. Un poco rígida,
pero eso se puede laburar y mejorar. Tiene información y datos, pero eso, ya
sabés, no es conocimiento ni sabiduría.”
“Es invasiva con la boca, che,
eso es un dato importante y ahí no se necesita mucho intelecto.”
Nos reímos y pedimos otra
ronda, y Ulises le dejó un billetito de cinco euros al malabarista que le puso un
platico de metal delante.
“Así que Contra la grasa… Estás majadero,
Ulises. ¿Me pasarás el borrador? Quiero ser uno de los primeros lectores, y
después se lo dejamos al ingeniero. ¿Cómo es que se llama el manatí de la
Tetralogía?”
“No me jodás, Jorge.”
Me gusta provocarlo. Ya lo
dije antes, se mantiene alerta en todo momento, cuando uno cree que va, ya
viene en camino y ha hecho el viaje tres veces. Lo dicho, un sofista de la
vieja escuela, ¿otro Aira o Jeanmaire?
Narai no llegaba. Le mandó un
mensaje al celular, que después nos veíamos en la Casa de Visita, que tenía que
decirle algo muy importante. Pensé preguntarle si ella también se había hecho
el análisis pero evité adelantarme, llamar a las malas ondas. En estos tiempos
nunca se sabe. Hoy estás aquí pero domani no se sabe.
El rubito de las liendres
logró imponerse y la mamá lo acompañó hasta la orillita, y ahí le echó un poco
de agua en la cabeza. Tenía en las manos unos caracoles, y que se los llevaba
para su pecera.
“Así tán con amigos, mamá”,
dijo Emanuel.
Hacía un calor del carajo. Pocas
personas en La Puntica de Belquis. Según me dijo el doctor Tejeda en el comedor
de la fábrica Ramos Latour, le pusieron así porque antes de que las dragas y
los trabajadores del puerto unieran el cayito con la costa, cerca del cabaret
Las Palmas, una señora venía con su esposo y todos los fines de semana se
sentaba en la orilla y se pasaba horas y horas tejiendo. Luego murió y dejó la
huella de su inmortalidad en un acto tan sencillo como sentarse frente al mar y
tejer.
Nos fuimos para casa. Ulises
se encerró a leer el libro Lengua de Pájaro de la poeta Morejón, y que
sí, que esa fábrica les había proporcionado dinero a los Estados Unidos cuando la
Primera Guerra Mundial. Y hubo estrategias varias entre la célula del
Movimiento 26 de julio, y algunos infiltrados dentro de la fábrica para no poner
en riesgo a la gallina de los huevos de oro.
“¿Lo leíste, che?”
“Hace la tira. Cuando estaba becado
en PM. Volveré de nuevo a ese libro porque hay muchos datos ahí del barrio que
me interesan.”
“Léelo, te alumbrará, che. Hay
muchas familias desestructuradas acá, y sí conocés parte de la historia de
donde uno viene, el resto ya se deduce y se trabaja sobre ello. Volvé a esa
tesis y si te empeñás, podés escribir una variante, che.”
Sentí la vibración del teléfono
en el bolsillo, un mensaje de mi hermana desde San Diego, California. Que venía
en octubre y que oraba porque no se le complicaran las cosas en el aeropuerto.
“Escuchá… Calantes Dichael
Taicamalepún Canelecuasecoloyán.”
“Bárbaro, Ulises, sos un genio.”
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