Finalista del I Concurso Litteratura de Relato
Bajo un gran rótulo en luces de neón, se extiende la consigna del próspero negocio familiar: “Una parábola es suficiente para hacer o deshacer la fortuna de un hombre”, citando a Sófocles, el gran filósofo y poeta trágico griego. En la puerta de cristal puede leerse: Confeccionamos parábolas a su medida, parábolas por encargo, parábolas para llevar, parábolas recién hechas.
Suena la campana de la puerta y Tomás y María se apresuran a descender del almacén para ofrecer su mejor sonrisa al primer cliente del día.
—No salgas, María, sólo es el bobalicón de tu hijo. ¿Por qué no estás en el colegio?
—La profesora me ha enviado a casa por no llevar hechos los deberes de lengua.
—¿Pero cómo que no has vuelto a hacer tus deberes? Ayer me dijiste que estabas estudiando, ¡me diste tu parábola!
En ese momento, entra el primer cliente. —Buenos días, señor, ¿qué se le ofrece?