Para
J y D, que me trajeron de la Venecia del Caribe unos ojos nuevos
En
el documental, según la voz que narra la historia de toda la
extensión de la sabana de nieve, la mujer tiene treinta y ocho años,
pero el rostro demasiado atezado (como si las arrugas y estrías
estuviesen contraídas y dispuestas a saltar en cualquier momento)
informa que tiene más de sesenta y tantos. Alimenta con las
manos a un reno que adoptó porque la manada lo dejó abandonado.
El
sol avejenta y añade años, pero el mucho frío y las grandes
distancias tundrescas, y el nulo o poco ajetreo de las grandes urbes
también provoca eso, pero no se ve ni se siente a simple vista.