Aún
recuerdo la última vez que te vi, te estabas columpiando. Hacia atrás y
hacia delante, con una fuerza inusual. Como si algún ser invisible te
estuviera empujando o como si quisieras, además, arrancarte la cabeza
de cuajo.
[Microrrelato de David Figueroa. En literatura el tamaño no importa, juzgadlo por vosotros mismos en su blog:relatosenlinea.wordpress.com]
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