Para
J y D, que me trajeron de la Venecia del Caribe unos ojos nuevos
En
el documental, según la voz que narra la historia de toda la
extensión de la sabana de nieve, la mujer tiene treinta y ocho años,
pero el rostro demasiado atezado (como si las arrugas y estrías
estuviesen contraídas y dispuestas a saltar en cualquier momento)
informa que tiene más de sesenta y tantos. Alimenta con las
manos a un reno que adoptó porque la manada lo dejó abandonado.
El
sol avejenta y añade años, pero el mucho frío y las grandes
distancias tundrescas, y el nulo o poco ajetreo de las grandes urbes
también provoca eso, pero no se ve ni se siente a simple vista.
Fue
Mauricio el que me llamó para comentarme lo de Viviana. Yo acababa
de llegar de pasarme toda la domani en los alrededores de Montjuic, y
hubo momentos en que no pude sortear la sombra de las muertes cuando
la Guerra Civil del treinta y seis, y los fusilamientos y las fosas
comunes, y la voz de algunos personajes de la novela de Daniel. Así
que Viviana, pensé. Diego anda por la isla y creo que ahora
se hizo el carné de allá del país, como el guerrillero argentino
antes de su travesía para Bolivia.
Él
no quería volver a la isla. Llevaba muchos años sin ver a su
familia pero no quería volver, tenía miedo, y evidentemente no le
avergonzaba decírmelo. Lo comprendía. Esa supuesta marcha de las
antorchas, cada veintiocho de enero, le parecía el gran engaño, la
gran mentira en la que tenían maniatadas a millones de personas los
dirigentes, la pequeña oligarquía que ordenaba y ejecutaba.
Grupito que no pasaba de un millar de militares, Loveremos, Generales
y Doctores que ocupaban los más altos cargos y las altas jefaturas
del Gobierno, pero ¿el periódico oficial, la única prensa del
Estado, informaba? No, y a Mauricio le molestaba e incomodaba ese
trabajo de zapa, de zánganos, que hacían los supuestos periodistas,
¿se informa cuando se peca por omisión?... ¿Y si no se desinforma,
por qué cuando se habla de los trabajos del poeta José Martí no se
mencionan nunca los ensayos y artículos en los que hacía una
defensa muy bien elaborada sobre las
positividades y grandezas del capitalismo, donde el Estado no tenía
por qué tener todo el control de todo? ¿Qué significa, en el
fondo y en la forma, tener todo el control? ¿Colectivizar
todo el control?... La misma periodista que
retrasmitía la marcha de las antorchas decía que nos acusan en los
Estados Unidos de estar adoctrinados, y que se trata de una gran
Mentira, que no lo estamos, dice la periodista Dánae. Me vino al
pensamiento el otro gran poeta Lezama, Dánae
teje el tiempo dorado por el Nilo,...
La
vi y la escuché. Y las palabras que decía no eran sus palabras,
ella repetía, cacofónicamente, lo que le mandaban decir desde la
alta dirección del PCC, ¿a eso se le puede llamar periodismo?... Un
poco sospechoso ese periodismo. Un periodismo que no informa lo que
debe no es sano, no crece, peca por omisión y desinforma. ¿Un
periodismo estalinizado?
Me
devolvió el libro de Wilson, Hacia la
estación de Finlandia. Poderoso. Muy...
Llegamos
a la cafetería Barcino, cerca del metro de plaza España. En una de
las esquinas había una mesa vacía. Faltaba una silla, pero el
camarero desubicó una mesa y trianguló la nuestra.
“¿Qué
voleu?”
Pedimos
un café con leche y ensaimadas. Hacía poco fresco y el comienzo de
la primavera ya iba desentumeciendo, poco a poco, las rigideces del
invierno.
“¿Lo
leíste?”
“Uffff,
cuántas cosas y cuántas trampas de los dirigentes de allá para
manipular y tener a la gente como la tienen. Un primo mío, un buen
especialista en Medicina Interna, está loco por irse. Dice que
venderá la casa con todo dentro y se larga para la yuma. No lo veo
mal. Si lo que le pagan allá es un sueldo de
indigente, y no le alcanza ni para comprarse un dichoso ventilador,
lógico que se quiera largar más de la mitad del país. Es un buen
médico, y por mucho que viva y progrese en el capitalismo, yo sé
que no se convertirá en un hijo de puta ni tratará a la gente mal,
como si fueran basura. Hay la versión difundida de que muchos y
muchas de allá son unos fraudes, no estudiaron la carrera por
convicción. Y resulta que cuando
vas a un hospital para que te atiendan, si no ven que te pueden sacar
algo, aunque sea una recarga para el teléfono, te tratan como si
fueras un cero a la izquierda, ¿no viste ese video que anda por
ahí?... Nuestro socialismo tiene muchas cosas buenísimas, pero por
desgracia las pocas malas que tiene superan en mucho, tapan ésas
buenas y las ensombrecen, por eso la gente se decepciona, y aunque no
sepan decir muy bien por qué
o en qué están
molestos, se les nota la frustración...”
“...”
“Ayer
me mandó mi primo un correo que me ha tenido pensando... Eso de las
travesías está dejando a muchas familias mal, muchos y muchas
llegan, sí, pero ¿y los que no?”
“...”
Un
africano altísimo, más imponente que la fama del Himalaya, se
acercó a la mesa vendiendo unas figuras. Jirafas, hipopótamos, algo
que me pareció un flamenco con su pata levantada. Algunos de los
animalitos de madera, otros de algo que semejaba el bambú. ¿Y eso
que parecía un manatí, era un manatí o era un rinoceronte?... Por
el cuerno en la nariz, uno
solo, me decía que se trata de uno asiático,
pero la cola, no sé, tipo abanico, parecía la de un manatí. Tuve
ganas de preguntarle, pero no quise poner en aprietos al hermano de
la tierra de Mandela. Ya bastante le complican la vida en estas
tierras del Quijote para encima venir a sofocarlo por una cuestión
semántica.
Le
compré un hipopótamo. Tres euros. Dijo que le diera lo que pudiera.
El martes anterior había pasado por la Agencia para cobrar tres
informes. Menos mal que llegué a un buen acuerdo con Silvia. Por
desgracia no pude hacer ninguno de los tres positivo, y tuve que
argumentarle y reargumentarle a Silvia. Uno de los tres autores
laburaba en El Periódico,
hacía una reseña de libros por semana. Que no le convenía
descartar a esa persona, me dijo. Le respondí que lo que no había
que hacer era defender algo absurdamente indefendible, que todas las
editoriales del país estaban infestadas y gangrenadas de
demasiadísimos realismos mágicos, y gente que llegaba con un imán
a un pueblo y convertían las cosas en otros
cosos, y que volaban ya no con sábanas al
cielo, sino con edredones y mantas cutres, vomitivo todo eso.
No
me parecía bien. Y le argumenté que una cosa
era que muchos lectores y lectoras no supieran distinguir según qué
cosas, pero que por respeto al catálogo de su Agencia, ese paso, esa
defensa de ese manuscrito no le favorecía. Que
le sugiriera a la autora escribir otra cosa, no sé. El año pasado,
esa supuesta novelista chilena estuvo como vocal y jurado en el
Premio Casa de las Américas, así por esos caminos avanza nuestra
presunta Cultura.
“¿Pero
no tiene nada de nada que se pueda aprovechar?... ¿Ni un capítulo
siquiera para dárselo a una revista, como cuento, para no desanimar
a esa muchacha?”
“Silvia,
otro perro con otro collar será mejor. Que la reescriba completa. Si
quieres, enséñale el informe. Si es una persona de verdad leída, y
no es una fantasma, entenderá mis pareceres y entrará en razones.
Además, es joven, todavía le queda mucho camino por recorrer. Si
leyó El rojo y el negro,
esa muchacha comprenderá.”
“...”
Salí
de la Agencia y sé que le incordió bastante ese informe a Silvia,
pero cuando se tomara una tila y se repensara bien mis palabras y
volviera de nuevo a leerlo, entendería. Si uno se respeta un poco a
sí mismo no debería ceder ante según qué situaciones. No cuando
tienes los suficientes argumentos para sostener tu tesis. No hay que
tener miedo.
Me
mandó el video mi primo. ¿Y todos esos cientos y cientos, desde el
principio de la Universidad de La Colina por toda la calle San Lázaro
para abajo? ¿Todos ésos habían leído a José Martí? ¿De verdad
que lo habían leído y lo habían entendido?... ¿Alumbraban, de
verdad, todas esas antorchas o volvían
más oscuras e inaccesibles las ideas y
defensas del poeta a propósito de la libertad, de lo múltiple, de
lo variado?... ¿No dijo que saber leer (discernir) era saber andar
(elegir)? ¿Entonces? ¿En qué quedamos? ¿Somos Potencia Cultural o
no somos Potencia Cultural, y lo que importa es la esclavitud del
parecer y no ser?...
Mauricio
tenía ganas de ir y ver a la familia, pero sentía miedo.
“Para
nosotros, es uno de los países más peligrosos del mundo, Jorge. La
gente de acá y de otras partes no lo sabe porque la información que
llega de allá es muy poca, y muy tergiversada, pero sí. Todo
está astutamente muy bien armado. Y antes del 59 empezó ese trabajo
de zapa, la campaña de alfabetización sólo se limitó a enseñar a
deletrear a la mayoría, a firmar y leer su nombre, nada más. Luego
llegaron los tiempos de regalar diplomas y certificados, y sancionar
a los profesores que suspendían a quienes no deberían aprobar,
porque Don Conocimiento nunca les entró a esas personas. No basta
pasar por la escuela, Jorge, la escuela también tiene que pasar por
la persona. Y así fue creciendo la ola de año en año, y lógico
que hoy la gente esté aterrorizada de opinar sobre nada y no
entiendan de política, y de muchas otras cosas, lógico.
¿Cómo van a saber andar la mayoría, y discernir, si para eso
primero hay que saber leer?... Las posturas de los dirigentes son
totalmente antimartianas. ¡Ojo!”
“...”
Con
muchos eslabones de la cadena no estoy muy de acuerdo con Mauricio,
pero no le falta razón en algunos otros puntos. Yo he pensado sobre
andamiajes parecidos a propósito de aquella campaña de
alfabetización, pero esa labor de zapa que comenta ya empezó desde
mucho antes, quizás en el juicio del 53. Ahí ya se le dio alas a la
policía, se les inmunizó los diques de su autoridad, y tanto miedo
se le empezó a meter a la gente dentro que ahora quienes viven
sobradamente bien, y como reyes, son los militares. Pero eso lo
sabemos unos pocos, el resto, la plebeyez del pueblo no logra
distinguir eso porque no le dejan tiempo para pensar en esas
cuestiones. Hay que
levantarse cavilando qué se comerá en el día y si se podrá
conseguir un poco de aceite para freír un huevo, o si alguien
desde fuera puede mandar unos pocos dólares para comprar en las
tiendas de la moneda fuerte, en fin, lo que ya saben muchos pero no
saben cómo graficarlo con palabras. No hay nada seguro en esta vida,
ni siquiera el aire que respiraremos domani estamos seguros de que no
vendrá contaminado con miasmas extrañas, en fin.
Me
llamó Mauricio al celular,
“¿Sí?”
“Oye,
no te asustes, pero me acaban de avisar de allá… Llevaron a tu
amigo Diego para la Comisaría de la Provincia Holguín. Llama y
averigua. A lo mejor se puso a decir en voz alta algo que no
convenía. Tú sabes cómo se rema en aquella fermosa democracia
nuestra.”
“...”
No sé qué recoge el periodista, pero imagino que las sensaciones que brotan cuando ven a gente aislada, o, en este caso los ciudadanos que no recibieron la educación que deberían.
ResponderEliminarViajar tiene muchas caras. No todas bonitas. Un abrazo
"El narrador de la historia despierta los espejos. Un espejo dormido solo es una mala señal para mantener viva la esclavitud"
ResponderEliminarUrog
Conozco al escritor. Otro Kundera está de viaje por el Caribe... Y prende la llama.
ResponderEliminarNoemí
¡¡Muchas gracias por vuestros comentarios, Noemí y Albada!!! Como tú bien dices, Noemí, Ubaldo es nuestro Kundera caribeño, que pasea bien despierto el espejo de Stendhal a lo largo del camino. Un fuerte abrazo para tod@s
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