¿Quién juntará este viernes
este polvo claudicante,
esta realidad que habito,
esta mirada hecha añicos?
¿A dónde irán a parar este
viernes los diptongos incesantes
de las palabras que vomito
como hablándole al vacío?
¿A qué clase de idiota
tendré que soportar para existir
en esta noche de viernes,
que alguien me grite,
los Federico García Lorca
cuando se los necesita
un viernes en Montevideo?
Dos
Maravillosa ocupación tener diez dedos
(cinco en cada mano, por supuesto)
para ir eliminando personas de la cuenta,
como en juego
tibio
y con un tizne oscuro y perverso.
Maravilloso al final saber
que en mi mano
-izquierda-
existen, oníricos,
tres seres.
Maravillosa tríada, cuya existencia
es tan pútrida como la mía
o incluso más descompuesta,
pero cuento.
Tres.
Dedos.
Maravillosa ocupación
ver correr la sangre
de mis siete dedos amputados,
como siete amigos
ausentes y claudicantes
cuando grité cual fiera
desde el pozo,
pero no acudieron.
Maravilloso es al final
asumirme siempre sola;
pero nunca
hambreando
en soledad.
Tres
No me llames,
no me nombres,
acá no hay nada,
te equivocaste.
El toc toc de tus nudillos en mi pecho,
tan seguros de que encuentran sentimientos,
me hace gracia y me da sueño.
Ahora duermo,
a veces me alimento,
te diría, es más,
te digo
un secreto:
hasta disfruto de la piel y el hueso,
el omóplato izquierdo sobresaliendo
es poético.
La dulzura que juraba podía olerse en mi cabello
es un recuerdo.
Vivo en este vacío
anómalo
pero cuerdo,
correcto.
No busques. No golpees.
No.
Hay.
Nada.
Ni soy sueño
ni tengo tu esperanza.
Trátame
con desprecio.
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