martes, 16 de junio de 2015

De mujeres y unicornios......Horacio Ladrón de Guevara

Foto: www.noticiasmontreal.com
La noche avanza en el piso del Born. Las copas inquietas engordan.
         Zak, Petrus y yo divagamos sobre la esencia femenina. Repasamos tópicos y sentencias. Nunca jamás un hombre conocerá de veras el misterio de la condición femenina. Sólo vamos jugando con los conceptos, embarrados de ignorancia masculina. Desde Shakespeare, pasando por Ingmar Bergman, hasta Joaquín Sabina, cada uno de nosotros elogiamos o repudiamos ese misterio. El inmenso linaje de la Eva primitiva llena bibliotecas, museos, Teatros, Óperas, salas de cine. Y cementerios.
         Los periódicos cuentan la muerte, día a día, de muchas de ellas, a manos masculinas. ¿Odio a la diferencia?, ¿impotencia?, ¿envidia?
         Parir ya es en sí un acto heroico. Matar sería su antítesis.
         Nosotros, como hombres, hemos inventado la guerra, con o sin colaboración femenina, y ellas parieron, con alguna colaboración nuestra.
         Dudo yo que grandes generales de la historia hayan tenido la paciencia de no dormir noches enteras porque entre sus brazos había un ser frágil que lloraba y tenía fiebre.
         Yo no, por ejemplo.
         Zak dice que en su experiencia nunca encontró "espontaneidad" en una mujer. Petrus hace comentarios más suaves, y yo me decanto por aceptar lo diferente a uno, aceptar el desafío de entrar en un bosque que no conocemos. Los tres hombres cruzamos los conceptos, y la casa se llena de palabras y adjetivos. Y el vino, que es también masculino, se suma al foro y opina: "Son adorablemente demoníacas".
         Reímos a carcajadas y yo nombro a Laura en algún momento, entonces Zak dice:
         —Laura no entra en el juego, ella es un unicornio, ¡no entra en la especie!
         Le aplaudimos la metáfora y Zak sigue afirmándose en el concepto.
         —Un unicornio sólo da; y acepta de buen grado lo que le ofrezcan; ésa es su naturaleza: vivir rodeado de animales más pedestres, de búsquedas más domésticas; y brillar por su diferencia, no haciendo ostentación. El unicornio no abunda, claro, y por eso está en peligro de extinción. Lo han puesto allí los dioses para recordarles a los otros animales que hay objetivos más nobles que el levantarse, comer cuatro panes y morir.
         » El unicornio hembra despierta envidias, y por eso las otras hembras no se le acercan. Y los machos se sienten atraídos por su belleza, por su singularidad, pero en la mayoría de los casos, la quieren para orgullo de su patrimonio. No por verdadero amor.
         —Por suerte este unicornio encontró a Pedro —dice alguien.
         —Sí —asiento yo—; gran suerte la de Pedro... y la de Federico, y la de Carolina, y la de Carla, y la de Nina y Álex. Este unicornio hembra ha parido cinco unicorniocitos, y los cuida con todo el amor que se pueda concebir. I n i m a g i n a b l e.
         Yo recuerdo a los campesinos argentinos que dicen que a una tierra, cuando ya ha dado demasiado; cuando está exhausta; cuando a su matriz se le ha sacado todo el provecho posible, hay que dejarla descansar un año.
         Y al año siguiente cambiar la especie de semilla que se sembrará en ella.
         Sí, un año sabático, un año sólo recibiendo aire, sol, lluvia, oxígeno. Sólo así se recupera y vuelve a su natural fertilidad, a su don que se llama DAR.
         Este unicornio llamado Laura, según Zak, es pieza única y hay que cuidarla.
        (Y en silencio pienso yo: pero si el Unicornio no existe, es un animal mitológico. En fin, quizás Zak tenga razón.)
         Entonces hay que amarla aún más, para que no se extinga.

2 comentarios:

  1. Enigmatico. Muy bueno. Bello texto.
    Gracias por compartirlo Horacio.

    Saludos.
    Mariano Contrera

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  2. Muchas gracias a ti, Mariano, de parte del autor, que es paisano tuyo.
    Un fuerte abrazo

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