martes, 22 de julio de 2025

Rubén y yo......María Gómez García*

Finalista del V Concurso Internacional Litteratura de Relato  

Foto: www.etsy.com (retocada por Litteratura)
En mi primera vida, tengo seis años, Rubén y yo llevamos cachivaches con ruedas, los aplastamos contra el lodo del terraplén.
             –¡Zarrapastrosos! –nos chillan las monjas del orfanato.
Rubén y yo cogemos a las Barbies y les dibujamos pelos en el pepe, como a las chicas grandes. Las monjas nos dicen que tenemos que cuidarlas porque hay muchos niños que no tienen dinero para juguetes. A Rubén y a mí nos gustaría tener papás.
Rubén y yo jugamos juntos, nos descojonamos de los demás niños, y las monjas del orfanato nos dicen que nos metamos pal cuarto a pensar. Nos metemos en el cuarto, que está oscuro, pero no nos da miedo porque somos mayores.
Ustedes son unos zarrapastrosos, recen a Dios para que los perdone.
Rubén y yo no rezamos.

En mi segunda vida, tengo dieciséis años. Las chicas del orfanato nos dicen a Rubén y a mí que si somos novios, que si nos besamos por las noches. Rubén me recuerda cuando las chicas del orfanato se meaban encima. Ahora nos escondemos en el cuarto a recitar el Padre Nuestro.
Ya no duermo con Rubén en la misma cama, las monjas del orfanato me dicen que soy una señorita y que, desde que tengo la regla, no puedo dormir con hombres. Ahora me hago chiquitita en la cama yo sola, sin nadie. Cuando dormía con Rubén, no me ponía triste por no tener papás.

En mi tercera vida, tengo veintiséis años. Cuando besé a Rubén, se asustó y se fue corriendo y se besó con Marta. Cuando nos echaron del orfanato, yo quería irme con Rubén y que durmiera conmigo aunque tuviera la regla, y no entendía por qué Rubén se iba con la Marta, que se meaba encima hasta los diez años. Ahora me vestía para su boda con un vestido sin escote, porque mis tetas eran muy menudas. Cuando cojo el ramo de flores, sonrío y recito el Padre Nuestro. Rubén me manda un beso volado, las monjas del orfanato me miran y yo las escucho llamándome sinvergüenza.

En mi cuarta vida, me da curiosidad saber si yo también me habría reído de lo que me dijeran mis papás. Nicolás duerme a mi lado aunque tenga la regla, y si le doy un beso no sale corriendo ni va a besarse con la que se orinaba encima hasta los diez años, pero se enfada si me escucha recitar el Padre Nuestro. Cuando lo conocí, dejé de tener miedo a la oscuridad. Me casé con un vestido blanco con escote, porque me dijo que mis tetas son bonitas. Mi hijo me pregunta cuándo veremos a Rubén.
            –Rubén está muy ocupado con Marta, la casa y los niños, ya lo sabes.
            –Es que lo echo de menos... –responde a Nicolás.

En mi quinta vida, tengo cuarenta y seis años. Desde que estoy sola, Rubén me acompaña a terapia y me espera fuera. El psicólogo me dice que mi hijo ya se puede cuidar a sí mismo, me pregunta qué siento por Rubén. Ahora que Nicolás no está, vuelvo a recitar el Padre Nuestro. Rubén me lleva a casa, veo a Marta y su pena por mí.

En mi sexta vida, tengo cincuenta y seis años. Las tetas de Marta se mantienen firmes. Recito el Padre Nuestro. Me visita Nicolás. A veces, Marta se asoma a mi puerta con infusiones para subirme el ánimo. Me gustaría que vinieran a verme mis papás. Cada vez que quiero llamar a las enfermeras, recuerdo a las monjas llamándome sinvergüenza. Sé que he acabado así por no rezar cuando tenía seis años, por dormir con Nicolás cuando tenía la regla, por casarme con escote. También viene Rubén a verme. Abro la mano y me pone dentro una Barbie con los pelos del pepe dibujados con rotulador.
            Ahora puedo descansar. Recito el Padre Nuestro. 


María Gómez García
* Nació en Tacoronte (Tenerife) en 2001. Es filóloga, graduada en el Grado en Español: Lengua y Literatura por la Universidad de La Laguna, y ha estudiado el Máster en Formación de Profesorado. Comenzó a escribir con tan solo nueve años y ganó un concurso literario en su pueblo. También fue directora de la Asociación Universitaria Cipsela y publicó varios textos, artículos y reseñas en la revista Cipselas. Actualmente, coordina y dirige el micro abierto 7 Vidas. Es cofundadora de Aguaviva, una revista de divulgación literaria enfocada a autores y a autoras que tengan relación con las Islas Canarias. Tiene formación en cursos sobre igualdad y género, literatura, cine, inteligencia emocional y desarrollo de la autoestima. Ha publicado algunos de sus textos en Micro Siete Vidas, una antología publicada por la editorial cartonera La Gallofa Cartonera. Es una apasionada de Star Wars, del chocolate con churros en Navidad y del Romanticismo literario, toca el piano y se defiende cantando. Durante los últimos años, han dado un giro radical las temáticas de su escritura, siente intriga por el paso del tiempo, amor por su tierra y por sus raíces y disfruta literaturizando sus experiencias personales con la pretensión de emular el lenguaje oral. Finalista del V Concurso Internacional “Litteratura” de Relato.


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