el
patron
del garaje le riñó severamente de resultas de una queja
de miss Stein. [...] el
patrón le dijo: «Todos ustedes son une
génération perdue.»
—[...]Todos
los jóvenes que sirvieron en la guerra. Son
una generación perdida. No
le tienen respeto a nada. Se emborrachan hasta matarse...
—El
patron
de
ese muchacho estaba probablemente borracho a las once de la mañana
—dije—.
Por
eso se le ocurren tan bellas frases.
[...] Pensé
en miss Stein y en Sherwood Anderson y en lo que significan el
egoísmo y la pereza mental frente a la disciplina, y me dije: ¿quién
está llamando a quién una generación perdida? Pensé
que todas las generaciones se pierden por algo, siempre se han
perdido y siempre se perderán
ERNEST
HEMINGWAY, París
era una fiesta
“¿Lo
somos, como dice nuestro poeta José Martí?”
“...”
Acaba
de llegar del curro la ingeniera y me dice que ya le mandaron a la
hermana el pasaje para viajar. Me alegra molt,
sé que por allá por Alicante los oficios de una buena hematóloga
sabrán hacer su camino y luego podrá regresar al país con buenos
ahorros, eso no le pone trabas a seguir cobrando la jubilación en la
isla. El perro Turco le cayó detrás a una gallina con tres pollitos
y, si no le grito fuerte, casi la descuajeringa de los tirones que le
daba. Es muy joven pero ya el instinto se le mueve, y hay que andar
con ojo de halcón para
que no llene el patio de plumas y sangre. Hay unas cuantas que se han
apropiado el patio para ellas y, bueno, cuando se presente la noche
de los fósforos y el azufre no habrá salvación. Y
ningún vecino podrá venir a reclamar nada, si el hambre de la
reclamación los seduce, que las tengan encerradas en sus casas.
Su
hermana y su cuñado están que no caben de contentos. No la conozco
personalmente pero me arriesgo a intuir que haremos buenas migas,
aunque me dice Bay que tengo que hablar menos, mis
problemas por ahí por el barrio siempre
han sido ése,
que perfil bajo mejor, porque los dos sabemos en el país que
vivimos,
“Esto
no es Barcelona, allá donde vivías. Acá el
nivel cultural de la gente es muy bajo, muy
cacafuaca, y no te van a entender en según qué
tipo de comentarios... Recuerda que ya hemos hablado de eso más de una
vez y más de dos. Cada país tiene sus cosas.”
Sé
que en algunas partes de su presunto reproche la razón no le falta,
pero a veces se me hace bastante complicado ceder. Ahí en la mesa de
trabajo del portal tengo el cuchillo caucásico de su papá. Se lo
dieron en un viaje que hizo a la antigua URSS en el 71. Poco después
del 59, más de una gran empresa y corporación
lo tentó para que dejara la isla y se fuera para los Estados Unidos
a trabajar, pero nada, el hombre quería mantenerse al pie del cañón
en la isla. No hubo ninguna oferta de dinero
que lo mordiera.
Hay
muchos tipos de convicciones y todas tienen su peso específico y su
razón de ser. Hay personas en el barrio que piensan que el famoso
ingeniero Presilla erró el golpe, pero según mis autorizadas
fuentes, no se largó para los USA porque desde
la velocidad de su criterio, y sus bien trabados argumentos, él
podía manejarse bien en la isla, a las mil maravillas. En
un sistema como el
nuestro, sabemos cómo se abren según qué
puertas desde dentro si por fuera la tienen trancada.
Después
de todo, no puedo dejar de pensar en ese cartel que hay a la entrada
de la policía del municipio, “Gobernar es prever”. Para prever
que la gente se desmande y no vean lo que no tienen que ver, y sepan
lo que no tienen por qué saber, es necesario Gobernar
con manos de hierro, y destronar a los
contendientes tengan el color que tengan. Si nos llevamos por las
poco justas parcialidades de la biografía
de Gerald Walter, que publicó Ciencias Sociales en los sententa y
ahora se ha vuelto a reeditar con decenas de fallos y erratas, Lenin,
el gran Volodia, era poco menos que un santo, Stalin, el hombre de
acero, un dios homérico llegado del Olimpo de los benjamines buenos,
y Trotski
un demonio al que, sí o sí, había que alejar de Rusia porque las
verdades, pravda versus slovos, como dice la ingeniera hija del
incombustible Presilla, a la corta o a la larga terminan molestando a
los que detentan el poder en la sombra y entre bastidores. Bay
acierta.
Acabo
de terminar hace nada la biografía de vuelo bajo y, a mi parecer, no
creo que ese supuesto historiador esté entre los veinticinco mejores
del mundo. No para los países donde se sabe
leer y están desarrollados culturalmente, y las diferentes versiones
del algo, de lo que sea, no se consideran
un delito ni son
penalizables.
Con mi amigo el Tigre he tenido varios tropiezos porque le cuesta
reconocer que así como se puede morir uno por falta de ideología
convincente, también se puede ir uno para el otro mundo por exceso
de candidez y desinformación. ¿Se rompió la piñata y no
alcanzamos ni siquiera un triste caramelo de menta? ¡Qué
podemos hacer!, habrán otros cumpleaños y otras fiestas y otros
Madagascares. Pasó
la enfermedad y las pasó canutas. Y la madre
de una expareja del Tigre se fue del aire, emigró a otros
mundos, y dos o tres amigos también hicieron la
penosa travesía. Las alas de los ángeles no han terminado de
plegarse, y más tarde o más temprano tendremos que pagar por las
cosas malas que hemos hecho en esta vida y en esta parte de la
orilla.
De
aquí a dos días se cumplirá otro aniversario más de la muerte del
guerrillero argentino en Bolivia. Hay muchos rumores que nadan y
bucean por ahí, y libros en los que la duda ha alzado sus varios
vuelos. ¿Lo mandaron a matar, como mismo mandaron a finiquitar a
Trotski
en México?... La señora Historia es una meretriz de demasiadísimo
voltaje como para no estar alerta con todas esas versiones, y ¿por
qué desperdiciar la casa y sus ventanas?, éste
toca ese punto delicado, y aquel
otro puntea otro parecido, y el de más allá se mueve en un
territorio no menos angustiante y sombrío, ¿y quién
tiene la verdad, slovo, completa? Nadie,
cada cual con la suya, según la ingeniera.
Ahora
en enero Bay se jubilará. Ya estamos con las tres dosis
puestas, y hay muchos y muchas dudosos por haberse vacunado. Que si muy deprisa se hizo, que si
no tenemos recursos para crear una vacuna potente, que cómo sin
elementos a corto tiempo verificables..., la publicidad de la prensa
oficial y la televisión hacen sus agostos elogiando y dándose
bombo, y que no nos rendiremos ni nos arrodillaremos, y por otro
lado, no pocos pidiendo que nos dejen ser colonia. Una
estrella más, para ver si esto mejora y uno no trabaja todo un mes
para comprarse un pendrive y un par de chancletas de baño, uff, ya
uno se pierde entre tanto desencanto, y las palabras de Lisabet me vienen al pensamiento,
“Somos
la generación de los desamparados, Jorge.”
Acaso
la lectora de Ramona,
la novela de un autor de la yuma que tradujo Martí, tenga un poco de
razón. O quizás cuando lo dijo no era Lisabet la que hablaba y sí la niña que, una tarde de septiembre,
escuchó a su padre llegar con la fea noticia de que machetearon a no
sé quién en la barriada, y como en aquellos tiempos los diálogos
entre padres e hijos eran soliloquios mudos que nunca salían al
exterior, ella quedó con esos miedos arrinconados y creciéndole y
ramificándose por dentro, sumados a otros de no menor antipatía,
¡quién
sabe!
Ha
hecho un día del carajo. El calor no me
dejaba concentrarme, pero por fin terminé de limpiar una parte del
patio exterior, el que colinda con el Miramar. Dicen que pasarán a
inspeccionar el martes y mejor evitar una multa. No
tengo tres mil pesos para que aumenten las holgazanas arcas del
Estado. Primero empecé con el machete, pero se me cansó el brazo y
pasé para el azadón, mejor. La hierba
tardará un poco más en salir y creo que el hijo de Bay viene en
este mes, según últimas noticias, ya están saliendo vuelos de
Venezuela de la gente que lleva más de dos años de misión. ¡Se
verá! El Miramar ya no tiene tanta gente como dos semanas atrás,
les han ido dando
de alta y algunos han terminado de cumplir en casa los
días de aislamiento que les
quedaban. Mejor, por
H o
por B,
en cuestiones así es mejor el tratamiento en
casa, si uno va mejorando, es
preferible no
seguir en sitios así para no salir peor de lo
que se entró. Ya se sabe de gente que entró en aislamiento por una
bobería y dentro se les ha complicado la cosa y han terminado peor,
o se han muerto. Mi hermano y mi madre estuvieron en el politécnico
René Bedia de Río Grande. Todos los días les llevé algo que Bay
les preparaba con
cariño. La semana que viene el Miramar ya sigue su rutina habitual,
eso me dijo una de las trabajadoras de ahí, se lo pregunté cuando
se acercó esta mañana a pedirme un par de hojitas de sábila.
Quiere hacerle un remedio a su hijo, me dijo. No estamos seguros de
nada en ningún momento, cuando menos te lo esperas, agarras algo y
te vas, así de
sencillo, por eso lo mejor es tratar de cumplir los pequeños sueños
que tengamos poco a poco y día a día. No hay que tener altas
pretensiones, ¿o sí?,
con algo que te guste y un poco de ganas ya es suficiente. Dicen que
hay otra vida, y eso es posible que sea cierto porque no todo puede
terminar en ésta.
Lo hablaba con mi amigo Jordi cuando vivía por allá en Barcelona.
Hermosa ciudad, pero no miento si digo que en algunos momentos me
cansé y me cansó estar allí. Después fue Buenos Aires y ahora la isla desde el 2017,
y ya se verá por dónde
enrumbo mis pasos en los próximos
años. Bay y un servidor tenemos pensado ir a España, estar un
tiempo por allá y luego regresar a la isla para proyectarnos unos
viajes a Costa Rica y Haití. Trabajo en mi cabeza una potencial
historia que tendrá como escenario Puerto Príncipe y los tiempos y
espacios de Monsieur Duvalier, ese caballero manchado tenebrosamente
por gestos y acciones propios de los regímenes totalitarios. Todo a
su debido tiempo. Por el momento me rondan imágenes sueltas, botas
que marchan y piernas que se cuadran ante militares de alta
graduación, y desaparecidos, y cielos grises por la letanía de las
armas, y el miedo por todos lados que acecha, que desviste, que
arrincona.
Perdí
dos o tres buenos amigos en la Ciudad Condal de Barcelona, según me
dijeron. No llegaron a tiempo al hospital para
que los atendieran, y como todavía no había ninguna vacuna en el
ambiente, pues el canto del cisne llamó. Me dio pena saberlo y estar
tan lejos, con la familia de uno de ellos, Saralegui, me llevaba
bien, principalmente con su hermano y padres. Amigo que siempre
andaba con más de un misterio bajo al alero de sus pensamientos,
pero eso no me molestó nunca. Me caen bien y
suman la gente que de alguna manera te obligan, para
bien, a mantenerte alerta. Saralegui no tenía mucha suerte
con las
mujeres, pero eso tampoco representaba nada negativo. Salíamos mucho
al Kentucky y al Marsella y nos la pasábamos genial, nos reíamos
cantidad con las ocurrencias de Saralegui cuando en el alambre del
ambiente bailaban algunas guiris. Mi pana, el flaco De Miguel, fue
quien me mandó un correo dándome la mala nueva, carajo, la verdad
que ha sido una tremenda carnicería esto de la pandemia, ¿por qué
tanta negrura en la línea del horizonte? Basta estar vivos para
que pasen cosas, chaval, me decía siempre De
Miguel, y el Tigre lo secundaba como si fuera
un eco a mil años luz, y nos reíamos con ganas. “Sí,
esas dos nórdicas que están en aquella mesa, la del fondo..., están
un poco borrachas y nos echaron el ojo, chaval, vamos a decirles
que se sienten con nosotros, a ver quién pesca esta noche.”
Aquellos tiempos ya
se volatilizaron. Nunca dejarán de estar ahí,
porque lo que se vivió nunca muere del todo. No
tengo muchas ganas de saramaguear con la sofística del Nobel
portugués, pero va por ahí, no dejamos de ser los traducidos de otros
traductores superiores, con traiciones o sin ellas. Bay duerme.
Menos mal que la pierna hoy no le ha fastidiado
tanto. Hace un rato le masajié un poco en el empeine del pie
derecho, pero al poco ya se calmó y el dolor no fue a más. Ya dije
que ahora en enero se piensa jubilar, bene, descanse
que ya se ha pasado bastante tiempo en esa fábrica, que si sacamos
cuentas no le ha
rendido como ella piensa y merece. La plata de la chequera no será
tanta, pero por lo menos le alcanzará (nos) con soltura para las
pocas cosas que llegan a la tienda. Menos mal que nos ayuda la dieta
del grande ingeniero Presilla, directamente ofrecida desde los altos
poderes del país. En compensación por sus
buenos trabajos en
la industria del níquel, y por haber reavivado la
Pedro Sotto
cuando los ingenieros de la Pedro Sotto
se largaron del país y nadie daba pie con bola. Hasta
que vino el mismísimo guerrillero argentino Guevara y le pidió al ingeniero que
moviera todo su conocimiento y sabiduría pero que la reviviera, de
lo contrario el país se hundía mucho más ¡y
eso era un lujo que no podían permitirse los verdaderos
revolucionarios!
El
aire del mar me hace bien y a estas horas la playa El
Tiburón esta despejadísima. Ni un
pájaro se ve, estarán durmiendo, es muy temprano todavía. Hoy
cumple mamá no recuerdo si setenta y dos o setenta y tres.
Trataré de llegar antes de las nueve y media.
Giorge, el chofer de la guagua que transportaba personal de los
hospitales de la Covid
me dijo ayer que pensaba ir al municipio por la mañana, que pasara
temprano, así me ahorro todo el follón de ir para la parada de
Levisa. Espero que el asunto del transporte
vaya mejorándose porque no se puede pagar lo que piden los choferes
particulares. Hay que tener sueldos de millonarios para pagar mil
quinientos pesos o dos mil a Holguín, por ejemplo. Bay tuvo que ir a
la capital de urgencia y desembolsó siete mil pesos, la paga de dos
meses de trabajo, así no avanzamos. Se han cansado los dirigentes
por la televisión de repetir que sancionarán a todo aquel
que se propase con los precios, pero los
particulares están en su derecho de pedir lo que les dé
su real gana, en eso no es justo ni que quitemos ni que añadamos
porque se trata de un problema de conciencia. Un poco de conciencia
de cada quién. Me llamó Nadime,
que no le cuadra el libro que le presté, tanta jodienda de que en
cuanto llegara al país se lo prestara y ahora me dice que no es lo
que esperaba. Anatomía de Cercas es una obra de mucho
peso y tantísimos vuelos. Me lo mandó de Barcelona mi amigo De
Miguel. A Nadime no le gusta nadie como escritor, lo sé, él
dice que Carpentier y Saramago y tal, pero sé que no es cierto lo
que sale de su boca y dice con sus palabras. No
le gusta nada que no sea lo suyo, antes de él
y él y después de
él. (Bueno, sólo Rulfo.) El que no me lo confiese abiertamente no significa que no sepa
leer en sus palabras o sus silencios. Se lo dije bien claro antes
de llevarlo
a Mayarí para dejárselo a Felipe en RM, bien claro. Que
se trababa de un ensayo narrativo sobre el golpe del militar Tejero
en el 81, disquisiciones
del sí o el no, de las bajezas
o elevaciones
en las que caen o se
alzan muchos políticos, los militares y las armas, las ganas del
poder llegar hasta esas alturas donde los hombres
se sienten reyes, o peones, pero pueden hacer desde allí el bien o
el mal, en fin, esas cuestiones.
Siempre
supe que no le cuadraría el libro de Cercas. Sé que tiene hambre de
saber sobre narradores
de allá, pero si le da pereza o le parecen
más de quinientas páginas muchas páginas, pues es lo que hay, como
diría el Tigre en algunos de sus arrebatos cuando se junta con la
Peña en cualquier bar perdido de Nou Barris. Intentan
enderezar los entuertos del mundo, pero tenemos las dudas de si los
tiempos de hoy son tiempos
de quijotes o sanchos o similares, la cuestión es llegar a esas
alturas en
donde todo se mueve, y los de abajo somos los
peones. Los libros mudos,
que pienso escribir, laburan en mi
cabeza lentamente. Ensayo el punto de vista de cada reseña, la
estructura interna, las voces de pro y las de contra, el espejo que
paseará a lo largo del camino, como aconsejaba el autor de Rojo
y negro. Tengo algunos apuntes por
ahí en una libreta que llevo desde el 2017, cuando llegué.
En realidad la empecé en el 2015, cuando
viajé a la isla
desde Buenos Aires. Veré qué
me puede servir y qué
no, pero hay que otear varios horizontes, y en varios horizontes.
Un conocido en el municipio me dice que luego lo
podré presentar en algún concurso
de la provincia, o del país, y le
digo que de nada serviría, las voces dirán lo que dirán, y lo que
digan podría molestar a los funcionarios que trabajan en el jurado
como vocales, el Estado manda y ordena. Y si
lo que dicen las voces en esas reseñas no coincide con lo que los
Jefes desde arriba quieren y pretenden, pues ya podemos imaginar a
dónde
puede conducir la votación final, en fin. Van ideas y vienen ideas.
Por desgracia, ese tipo de funcionariado y pasividad
viene desde muchos años atrás, por aquellos tiempos en que se
difundió el Documento
PALI, artimaña muy preparada, muy sutil, muy maligna
desde varios puntos, pero para saber captar esas estrategias hay que
saber leer,
y eso nunca les convino ni quisieron los dirigentes que maniobran en
las altas esferas, la
pequeña oligarquía que decide todo. Desde
arriba hacia abajo, nunca desde abajo hacia arriba, estalinismo
caribeñizado en estado
puro, pero ninguno de los funcionarios que tienen
esos carnés y
pertenecen a no sé qué
asociaciones y similares dice nada porque están necesitados de
gozar de las prebendas del Estado.
Si no se portan bien, les quitan el carné y
les quitan las dietas y no pueden viajar a determinados países con
todos los gastos pagos,
panda de descarados y sinvergüenzas,
en fin. Cuando Lisabet dijo eso de las
generaciones desamparadas, algo me hizo pensar en ciertas lavas
volcánicas, y en algunas de las estrategias
que se han trabajado a todo lo largo y ancho de la isla. He pesado y
sopesado durante años cada una de las palabras de ese Documento
que primero fue discurso, y luego publicado
por las Oficinas de Publicaciones del Estado,
y repartido en todas las bibliotecas
del país para que las nuevas generaciones supieran que dentro de
ella todo, y fuera y
desde fuera, nada, porque sos el enemigo, como
diría mi amigo Diego de Buenos Aires, máster en Sociología
en la UBA,
“Ni
en tiempos de Perón, che, ocurrieron chamullos y barbaridades así.
Y eso que el viejo defendía muchas ideas y
propósitos de la izquierda, che, pero ni en aquellos tiempos,
y mi padre y mis abuelos fueron peronistas...”
“...”
Ahora
está por acá por la isla. Está empatado con una muchacha de La
Siberia, por el momento va bien y me alegra. Quizás
la semana que viene se vengan los dos a cenar por la noche a casa,
veré. Bay palabreó un par de cojinúas con un pescador, así que
veremos, montado en la imaginería de los marineros, qué
balizas señalizan al barco de muchas troneras. Nada es porque sí.
Diego es un espadachín muy hábil, nacido y criado en el templo de
los sofistas, la milenaria Buenos Aires. Tendré
que andarme con mil ojos porque dardo que dispara, dardo que te puede
desequilibrar y borrar la línea de flotación de los
argumentos. Me hace recordar a Paterson en aquellos
años de la vieja sobrevivencia en PM, cuando éramos tan jóvenes,
casi niños. La Revolución ahí tuvo
un papel poco valiente y vergonzoso. A veces
ya ni sé qué pensar ni cómo entender aquellos días tan oscuros.
Bay me sugiere, y en ese punto coincide con el poeta Ballecaro,
que tengo que cerrar esa herida. Puede que tenga razón, pero para
una herida cerrarse antes tiene que curarse, y pedir perdón el
motivo (los) de los que la provocaron. ¿Será
verdad como dice nuestro José Martí, en su
libro sobre El Presidio
político en Cuba, que somos un pueblo ignorante
y estamos dormidos?
“...”
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