Finalista del IV Concurso Litteratura de Relato
¡Feliz Año Nuevo para tod@s!
Las
mujeres están sentadas alrededor de una mesa redonda cubierta por un
tapete verde. La habitación se halla sumida en una penumbra densa;
una lámpara colgante, que parece sacada de un billar, arroja una
amarillenta luz cenital sobre la mesa.
—Dos
de tres —apunta la española con gesto fúnebre.
—Bien,
dejémonos de presentaciones —interviene enérgicamente la rusa—.
Hay mucho dinero en juego, ya conocen las instrucciones, la que gane
se lo lleva todo.
—¿Cuánto
dinero hay en el bote? —inquiere la normanda, con su característica
avidez pequeño burguesa.
—Suficiente
para saldar sus deudas con Lheureux y seguir siendo millonaria. El
premio son los derechos de autor de las tres novelas —responde la
rusa.
—Ha
sido muy poco delicada nombrándome a esa sanguijuela —declara Emma
mientras se sonroja y aparta el rostro, avergonzada.
—Querida
Emma, ¿por qué no se decide a matar a ese vil usurero? Por el arma
no se preocupe, basta con que yo le solicite una a mi amante, el
conde Vronsky, para que él me proporcione una pistola de su armería
y asunto arreglado. Me comprometo a enseñarle como se dispara. Hace
poco uno de mis admiradores, un tal Raskólnikov, gracias a mis
consejos, todo hay que decirlo, arregló sus asuntos con una usurera,
una tal Aliona Ivánovna. —La española se santigua al escuchar las
palabras de la rusa.
—Nada
de asesinatos, una tiene su moral —alega Emma, ruborizándose.
—¡Moral,
dice usted! —exclama airada la rusa—. ¿Acaso olvida que somos
tres adulteras?
—¿No
irá a comparar un pecado con el otro? —salta la española.
—¡Cállese,
que usted es una meapilas! Tener una relación turbia con un
clérigo..., hasta ahí podríamos llegar. Parece mentira que sea mi
tocaya.
—Tan
sólo era una amistad mística —se defiende la española.
—No
hay amistad posible entre un hombre y una mujer, ellos siempre
interpondrán el sexo. ¿Acaso las tres no somos víctimas de ese
malentendido? —discursea la rusa—. En tanto que mujeres, vivimos
oprimidas por los hombres, da igual nuestra condición social, no
importa que yo sea aristócrata, usted sea una burguesita y usted…
¿cómo dijo que la llaman?
—La
Regenta.
—Sí,
ya recuerdo —continúa la rusa—. Lo que quiero decir es que los
hombres jamás nos tendrán por camaradas suyas, personas a las que
aceptan en pie de igualdad, siempre seremos objeto de deseo, cuerpos
a conquistar, material fornicable. A ellos les es lícito saciar sus
deseos y, tras seducirnos, pasan a ser elogiados como donjuanes;
nosotras tres, en cambio, nos enfrentamos al ostracismo social sin
haber cometido otro delito que el de amar. No me hable de amistad
entre hombres y mujeres, querida Ana, no me haga reír en esta hora
trágica.
—Todo
lo que dice está muy bien, pero yo no he venido hasta aquí para
escuchar discursos. Acabemos con esto de una vez —objeta la
francesa.
—Tiene
razón, madame
—asiente
la eslava—.
Ya conocen el juego y su mecanismo, la ruleta rusa, iremos efectuando
disparos hasta que una de las tres sobreviva. La que quede se lo
lleva todo. Para evitar escenas desagradables, las balas son de
fogueo. Jueguen, señoras.
—Estoy
muerta —se lamenta Emma. Con el dorso de la mano, se seca una
furtiva lágrima.
—Touchée!
—admite
Ana con altivez aristocrática—.
¿Cómo piensa hacerlo, querida Emma?
—Arsénico
—responde la francesa.
—Veneno,
¡no, por Dios, qué tétrico! Yo me arrojaré a las vías del
ferrocarril.
—Vaya,
y yo que creí que iba a ser la primera en morir, jamás tengo suerte en los juegos de azar
—interviene Anita, que se cree obligada a decir algo.
—No,
usted no muere —declara Emma.
—Vivir
en Vetusta es como estar muerta en vida —replica la española.
—Ahora,
con el dinero del premio puede marcharse a vivir donde se le antoje,
mi querida tocaya.
—París
le gustará —le
sugiere Emma.
Héctor Daniel Olivera Campos |
*
Nació
en 1965 en Barcelona, y actualmente reside en Badia del Vallès.
Escritor apasionado por la literatura y la historia, cultiva la
narrativa de forma regular desde hace más de una década. Ha ganado
trece certámenes literarios: I Concurso de Microrrelatos ELACT
(Cartagena, 2013), V y XIX Cibercertámenes literarios Hypatia de
Alejandría (2013 y 2017), III Certamen de
Microrrelatos de Historia Francisco
Gijón (2015),
XI Premio Saigón de Literatura (2017), XV Premio de Relato Corto El
coloquio de los perros
(2017), I Certamen de relato corto Té
Cuento (2018),
IV Certamen Contos
de Ultramar
(2018), XIV Concurso de Relatos de Viaje Moleskin (2019), III
Concurso de Relato Hiperbreve Que
no nos jodan la vida
(2020), I Concurso de cuentos Hoja
por hoja
(2020), IX Concurso de microrrelatos Ribeira Sacra-Parada de Sil
(2021) y I Concurso Akelarre
(2021). Además, ha sido finalista de muchos otros premios, y ha
publicado relatos en diversas antologías y revistas literarias de
España, Latinoamérica y Estados Unidos. Ha publicado dos libros de cuentos: Mis
letras me seguirán hasta los infiernos
(Editorial Vampiro de libros, 2014) y Podemos
y otros relatos indignados
(Amazon, 2015); y una novela, El
equívoco: El Evangelio según Judas de Nazaret (Ingram
Content Group, 2022). Lo podéis seguir en su blog:
http:// hectoroliveracampos.blogspot.com.
Finalista del IV
Concurso
Litteratura de Relato.
Mi enhorabuena, un precioso relato.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año nuevo
¡Muchas gracias de parte del autor, Albada!!! Feliz Año Nuevo, y un fuerte abrazo
Eliminar