sábado, 19 de marzo de 2022

El cielo de los cóndores......Ur Olivero*

Finalista del IV Concurso Litteratura de Relato 

Foto: Fanny MarínEstrella distante (novela gráfica)
“…”
“Bueno, la verdad es que la historia del poeta Wieder me pareció siempre un contrapunteo de fugas, un corzo ceniciento lleno de ramificaciones, o sea que no sé, Ulises... Eres un capo ilustrado y tú sabes cómo son esas cosas, o por qué tipo de cielos pueden arriesgarse a volar.”
Estamos en El Pato Loco de Aribau y Ulises pide un par ginebras para los dos, la mía sin limón. En un rato se llenará el bar de los que vienen de la Universitat a comer. A Emilio, el propietario, le vuelve un poco loco que se le abarrote todo el local, pero al mismo tiempo le pone contento, Las pelas son las pelas, chaval…
De cuando en cuando, nos corona con alguna cervecita. Ya estamos en la antesala de la primavera y el polen de los plataneros invadirá la ciudad, y la gente ya saldrá más relajada y no con tantos trapos encima para combatir el frío. Este diciembre fue del carajo el que se mandó. Cuatro o cinco grados bajo cero, así que ya se pueden imaginar para los que no somos de acá de Europa… El invierno en la isla no es un intruso desagradable ni molesto. ¡Según se mire!
“¿En que andás, che?”
“Un ensayo de Edmund Wilson… Hacia la estación de Finlandia. Ufff, qué cosas se aprenden de lo que hicieron esa gente, Marx y Engels y Lenin y todos esos defensores del comunismo auténtico, porque el eurocomunismo de acá… Ulises, qué cosas. ¿Lo conoces? Como decía el genio de Michelet, lo mejor se halla debajo, en las oscuras profundidades.”
Emilio nos trajo las dos ginebras. Por la puerta asomó una muchacha con una chaqueta beige y negra, llevaba dos o tres carpetas bajo el brazo. Los espejuelos oscuros le tapaban el qué de los ojos, pero eso a Emilio no le amilanó, así que lanzó un dardo al vacío por si las moscas.
Collons, fins ara no és estiu, però se nos adelanta una mica.”
La muchacha se sonrió y se fue al fondo del bar, no era la primera ni sería la última vez que el grande de Emilio la recibiría con esas esgrimas. Yo la había flechado por ahí por el claustro de la Facultad de Historia y alguna que otra vez me la tropecé en el cine de Floridablanca, sola, siempre con algún libro de bastantes páginas, ¿estudiaba algo de Historia frente al MACBA, o andaba moviéndose con alguna licenciatura o doctorado?... En cuando viera despejado el cielo de buitres, Emilio seguro me allanaría el camino.
Fueron mis amigos Alex y Sonia los que me hablaron del autor en el local de Poblenou donde laburaban. Ahora viven en Londres y tienen dos peques, y es posible que en noviembre nos veamos acá en la Ciutat Condal. El pintor es Alex, pero en los últimos tiempos Sonia se ha dejado contagiar por el gusanillo y está en sus primeros tanteos. Alex es de Chile, la tierra de los grandes cóndores. Lo conocí en La Massana de la calle Hospital cuando llegué a la Ciutat por allá por el 94, poco antes de la hambruna y la desesperación que invadió a la gente por largarse del país como fuera, a riesgo de perder la vida si se terciaba. Aquello fue de ver y no creer. En esa pelea, en esa carrera de desesperados, perdí a un buen amigo y a un primo por parte de madre. A Leoncia, la mamá de mi primo, desde aquel agosto la vida le quedó mutilada. Como aquél que dice, sigue en esta parte de la orilla, pero en realidad no se siente. Cuando le llegue el turno a la biología natural, Leoncia ya se habrá marchado muchísimo antes. Hay gente en mi familia que no lo sabe, pero yo lo sé. Por eso cuando la he visitado, no le corto la palabra si se pone a contarme de mi primo Diego cuando era un vejigo y mataperreábamos por los tanques de amoníaco en millones de travesuras, no lejos de las torres de refracción de tiro mecánico, ahora ya todo eso parece un museo de la orfandad. 
Desde que cerraron la Ramos Latour, que tuteló el gran ingeniero Presilla, Lengua de Pájaro se ha quedado por debajo del nivel de la línea de flotación, como el barquito ese del puerto que lleva una pila de años en el muelle y todavía no acaba de hundirse. Acaso se trate de alguna señal que no terminamos de descifrar.
Repetiré un lugar común que siempre se mantiene ahí latente, Nada ocurre porque sí, nada es casual. Ya lo diamantizó el poeta de New Albany en Si yo te olvidara, Jerusalem. Ninguna estrella cae sin que nadie la mire.
 

Esos poemas en el cielo anticipaban algo siniestro, y muchos los escribía en latín… Un día, en la misma calle Hospital me encontré con Nicole, una amiga que curra o curraba como editora en Galaxia Gutenberg. Que si quería, podíamos acercarnos a su casa de Blanes, estaba jodido del hígado, una operación venía en camino, pero no se sabía, las cosas de palacio van despacio, como se suele decir por acá por las Españas. Que no, la ballena melvilleana me decía mejor no. A los escritores es mejor no tratarlos. O caso de conocerlos, mantener ciertas distancias con esos sujetos. Cuando no es a la entrada es a la salida, pero al final termina uno convenciéndose de que no merece la pena calarlos personalmente, mucho mejor y más efectivo quedarse con sus obras cuando te gustan y te parecen que…, así no te decepcionas. Sí, fue un escritor con verdadero talento para hablar y dinamitar flujos importantes con palabras sencillas y de vuelo en espiral creciente. 
“Mirá… el poeta ese es un joya filoso, no es un boludo. Hablaba del dictador que todos llevamos dentro, pero intentamos disimular para no parecer. ¿Me copiás? Nuestros países están infestados, che, por boludos así. Llegan al poder y, si tenés los anteojos opacos y no los sabés distinguir, estás perdido en llano y sos carne de cañón, como decía Cela en su Colmena, o en alguno de sus otros libros.”
“…”
“Che, ¿te venís al Born un rato esta noche?... Fleché una mina ahí de Psico que te morís. ¡Si la escaneás con el ojo de los apetitos, notás que afila bien!”
Sí, me gusta el Born, quizás tropiece por allí con la susodicha y sepa en qué anda por la Facultad frente al MACBA, de qué se alimenta con esos libros que pueden matar a un hombre, como verba el padre de Mayta.
No me añaden ciertas opiniones políticas de ese escritor, según sopesemos, ciertas defensas que hace sobre la conservadora extrema derecha me parecen ofensivas y un poco denigrantes. Ah, no podemos negar que el tipo tiene mucho arte silogístico en impedir que se le refute, un mago de muchísimos quilates, uffff.


Me fui en el 94 de la isla. ¿O escapaba, como tantos y tantas?... No ha cambiado mucho, se mantienen los mismos peligrosos adoctrinamientos (¡triste niñez en un sistema así!) y los mismos lemas y las mismas consignas coercitivas. ¡Hasta la victoria siempre!!!
“Mirá, ningún país avanzá si te obligan a viajar, forzosamente, en una sola dirección, che.” Cosecha de mi amigo Ulises. Mi amigo Jordi piensa parecido.
El busto del poeta que cayó en Dos Ríos está por todos lados, pero son muy contados los que conocen su obra, y los poquísimos que lo leen me pregunto si lo entenderán. ¿Qué hubiese escrito Wieder en los cielos del trópico de haber volado por allá? ¿Cómo se llamaría la obra?... Hay muchas astucias manejándose desde los Poderes de Arriba que mueven los hilos allá para impedir que la gente sepa leer, se informe y cuestione. Eso no les conviene a las fuerzas militares que operan, un día detrás de otro, con el cuento de que no crece el país por el bloqueo y demás. ¿Y del bloqueo de dentro nada se dice?... Ese discurso ya hoy por hoy no cuenta, ha perdido sustrato, como sostiene mi amigo Jordi. Quien no piense u opine como el Estado quiere e impone y ordena, se puede meter en un follón, y reza porque no caigas en una de las tantas cárceles que hay diseminadas por todo el país. ¿No son demasiadas? Más de doscientas en una isla tan pequeña, siempre me pregunté por qué tantas en una isla de no más de 1.200 kilómetros de largo. ¡Ningún país avanza en una sola dirección!, arguyen mis amigos De Miguel y Ulises. Escuelas y Universidades es lo que hay que construir. Construir una escuela invita al conocimiento, construir una cárcel es una invitación al miedo.
Ulises fue y regresó de allá muy decepcionado. Estuvo como un mes y fue a ver a mi familia de Maisí por parte de padre. Estudió en la UBA de Buenos Aires, Sociología. Cuando se embala, hay que escucharle las perlas que desgrana su boquita.
 

En el buzón me esperaba una postal de la ingeniera. Que no encontró en Correos una nueva y por eso me mandaba esta vieja de cuando la fábrica estaba viva. La imagen de una torre de refracción y detrás la sombra ferruginosa de un trozo de ensenada, donde los peces ya saben más a peces y no tanto al humo de los hornos de lixiviación y lavado de cuando la Ramos Latour estaba en su apogeo.
Ahora uno se puede sentar en el parque del Dos sin sufrir la pesadilla de que la ropa se gangrene con el polvo rojo, poesía mineral si se quiere. En ese mismo parque, la estrella que señala donde se paró el guerrillero al principio del triunfo de la Revolución, y dicen los más viejos que les habló a los lugareños.
Me hice una infusión porque me barrenaban un poco la cabeza ciertas ideas, ¿Javert o Jean Valjean?, gran obra Los miserables del gabacho. Terminé de leer el ensayo del peruano sobre el francés y me quedé con el alma suspendida en varias tormentas. ¿La fábrica, la gallina de los huevos de oro, y mantener a toda costa la Revolución o sacrificar los pulmones de muchos, de cientos y cientos, a sabiendas de que no se salva lo que por desgracia de posibilidad social nació perdido?... ¿A favor o en contra?
Unas pocas líneas de la ingeniera en la postal,
“Cuídate, Ubo, y mientras puedas mantente lo más lejos posible. Ya tú no perteneces acá.”,
y en ese acá de allá me fustigó la conciencia durante muchas noches, y las orillas de esa conciencia reveladora de luces y sombras, con sus pasadizos bloqueados al ojo profano, al ojo fiscalizador de un extremo en que no se encuentran sus dos puntas.
Pii Pii Piii, un mensaje del profe De Miguel, que mañana se inaugura una exposición del chileno en el MACBA, que le avise si nos acercamos.
Me duché y comí algo para ir en un rato al Born. Ulises me mensajeó que le llevara la novela de la estrella que no cae, si la tenía. Se la pensaba regalar a la mina por su cumple. Que Ok, pero que no se embalara, que primero respirara y después ya se vería. Y como no hay manera de que se quede callado ni aunque le cosan la boca, me envió este veneno, “Che, tenés que coger un poco más”.
A las once bajé y busqué en el cielo weideriano, no vi caer a ninguna y pensé que Jerusalem, después de todo, se lleva dentro o no se lleva, porque crecer es dudar.


Ur Olivero
Nació en 1967 en un pueblecito llamado Nicaro (Mayarí, Cuba). Después de pasar veintiún años en Barcelona y una temporada en Buenos Aires, en 2017 volvió a Nicaro. Ávido lector, corrector de textos, 
guionista de cortos, crítico, poeta y novelista, ha colaborado en las revistas literarias Quimera, Paralelo Sur, Revista Lateraly en otras argentinasRealiza informes de lectura para la Agencia Literaria Silvia Bastos. Finalista del Certamen Literario El Fungible con el relato Un brindis por el flaco Baldrago (AZ Ediciones Taller, 1998), ha publicado las novelas Vigilia del cazador (RBA Libros, 2002) y Vigilia en Buenos Aires (Editorial Final Abierto, 2017). Colaborador habitual de Litteratura, actualmente está trabajando en tres obras, Casa para refugio, La reliquia de los druidas Familia para decorar. Según la Guía Trotamundos de Cuba (2017), se trata de uno de los "autores a destacar menos conocidos en Europa, [...] porque permanecen en Cuba". "Olivero maneja con maestría los registros coloquiales, y acierta a cifrar en un acorde desconsolado [...] las voces empleadas, entre las que destacan las encendidas ráfagas faulknerianas en que se eleva ocasionalmente el tono de […] un prometedor esbozo lírico-narrativo en el que la memoria se deshace en resentimiento y en nostalgia.(Ignacio Echevarría, Babelia) Tercer Premio (ex aequo) del IIConcurso Litteratura de Relato y Finalista del IV Concurso.

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