Tercer Premio del IV Concurso Litteratura de Poesía
Sólo en el tiempo se conquista el tiempo.
T. S. ELIOT
Foto: Puente de los Suspiros, en Lima (www.turismoi.pe) |
II
Caminamos por el Malecón,
el cielo siempre blanco,
el mar juega gris sobre gris,
los surfistas parecen inmunes
a la melancolía que traen las olas.
Cruzamos jardines
de antisísmicos edificios,
brutal modo de imaginar el futuro
a comienzos de la década del 80,
la misma arquitectura de hombreras
que pasea por las calles,
III
Frente al Puente de los Enamorados
llevo manchas de fruta en la ropa,
que no saldrán a pesar de los remedios caseros.
—No todo puede ser removido —dices.
Lejos de un lugar romántico junto al mar,
el puente es cita estratégica para los suicidas
de la ciudad de Lima y alrededores,
un puente que casi no tiene canciones
porque une luto, deseo y voyeurismo.
Cruzar debajo del Puente de los Enamorados
es una empresa arriesgada,
nada cae con más peso que un par de amantes.
Las autoridades colocarán acrílico en sus costados
para desalentar las ganas de soltarse al vacío,
para que la muerte deje de ser un espectáculo público,
para que los turistas puedan tomarse nuestra foto.
Ingenuos,
como era de esperarse,
los suicidas aprenderán a escalar el tejido transparente
para brincar desde más alto.
Con lo fácil que resultaría
sucumbir bajo un ómnibus
en el imposible tránsito limeño,
en el que cada micro necesita de igual manera
un conductor y alguien que pueda gritar
la certeza de un destino.
IV
Arrancadas del mar como sargazos,
nos obligaron a crecer en otra parte.
Quisiera poder recordarme hablando
con el acento de mi lengua materna
que tanto me esforcé en olvidar,
aprender una vez más a mecer
las palabras en leche de tigre.
Vení,
preguntame si todavía
guardo esa niña que también olvidó
cómo decirte madre.
Canto Oriental
El miedo al hogar es una mujer sola en una casa sola,
una anciana sin números que marcar en el aparato,
el cuarto a oscuras, la garrafa esperando en la cocina,
una mujer que mira el parque Rodó
y sabe que el sol siempre caerá sobre otras familias.
El miedo al hogar es una niña sola en una casa enferma,
una mujer que no desea oler flores silvestres,
vasos de vino seco a su alrededor.
Una niña enferma en una casa sola
es una mujer enterrada prematuramente,
que escupe algas y sargazos
apenas le tocas la espalda.
La materia no puede mantenerse unida.
Tamara Padrón Abreu |
* Nació en Miraflores, barrio costero de Lima (Perú) en 1980. Vivió
veinticinco años en Buenos Aires, y desde hace doce, en San Martín de los
Andes. Es profesora de Letras, escritora y editora. Actualmente trabaja en el
Instituto Superior de Formación Docente de su ciudad, dicta talleres y clínicas
de escritura, y forma parte de varios colectivos artísticos. Coordina la
revista digital Surrealidades y participa en otras publicaciones impresas y digitales. Ganó la Beca de Creación del Fondo Nacional de las Artes (2019),
junto con otras distinciones, en el marco del Programa Escena Pública del Ministerio de Cultura. Ha formado parte de distintas
antologías, la última es Nos queda el mundo (algún poema tiene que haber),
editado por la Colectiva de Escritoras Patagónicas. Ha publicado los poemarios Esquina sin ochava (1999), Andenes (2003), Los días en la Selva (Kütral 451
Ediciones, 2016), Migraciones, La vida se desliza con facilidad (Macedonia Ediciones, 2018), Es tiempo de soltar la lengua / Poemas
despenalizantes (Editorial El Colectivo, 2019) y Tilda o los
animales saciados (Ediciones de la Grieta, 2021). Tercer
Premio del IV Concurso Litteratura de Poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario