lunes, 30 de septiembre de 2019

Tulipán rojo......Esther Benito Molano*

Mención Especial del Jurado del III Concurso Litteratura de Relato

Once de abril. Otro tulipán más. Desde hace dos años, este día no dejan de llegar esas flores. Y ¿por qué será? En todas pone el nombre de mi abuelo como destinatario. ¿No será que tiene una admiradora secreta?... Dispuesta a acabar con mis dudas, he decidido preguntarle:
Abuelo, ¿a qué se deben tantos tulipanes rojos?
Silencio. Su rostro, como siempre. Ni una leve sonrisa, inexpresividad. ¿Le habré hecho algo para que se muestre tan serio? Más silencio.
¿Sabes qué día es hoy? ―de repente, una voz. Grave y temblorosa, como lo ha sido siempre. Hoy es once de abril. El día mundial del Parkinson. Y hoy, hace algo más de cuatro años que me lo diagnosticaron.
¿Parkinson? Me quedé a cuadros. ¿Cómo que Parkinson?... Pero ¿eso no era una enfermedad? Si mi abuelo está más sano que una roca.
Sí, Lucía. Parkinson fue como si me leyera la mente. Hace bastante tiempo, el médico me dijo que tenía esa enfermedad. Al principio, no me lo tomé muy a pecho; ya sabes, el verbo tener puede ser pasajero, sin embargo esto no es así. Yo estoy enfermo. Y sí, estar se refiere a una condición que va a hacerse presente en todos los aspectos de mi vida.
Y ¿duele mucho?
No, no duele. Es mucho peor que eso. Son unos temblores que agitan todo tu cuerpo y no lo puedes controlar. Los tembleques me duran una, dos o hasta tres horas y, muchas veces, impiden que pueda disfrutar haciendo lo que me gusta y convierten cada acción diaria en una prueba muy difícil de superar. Incluso he llegado a sufrir pérdidas de conciencia.
»Eso, por no hablar de mi cara; me es imposible expresar cualquier emoción debido a la rigidez de los músculos, por eso a veces parezco enfadado.
»También sufro insomnio y dolores en la espalda.
»Pero, ¿sabes qué es lo peor de todo?... ¡El bastón! Nadie me dijo que iba a tener que usar ese maldito apoyo. Nadie me dijo que iba a llorar cada vez que veo caer mi sombrero, tampoco me dijeron cómo iba a afectar a mi familia. Nadie me dijo la impotencia que iba a sentir cada vez que tenía que ir a rehabilitación en el hospital, ni que iba a tener que tomarme tres de esas pastillas azules que tanto odio todos los días. Nadie me avisó de la falta de tacto de muchas personas de mi entorno, pero tampoco me dijo nadie lo comprensivas que pueden llegar a ser. Nadie me comentó que había un grupo de personas con los mismos síntomas que yo que se reunían todos los viernes. Nadie me dijo todo lo que iba a disfrutar con sus chistes y sus partidas de cartas. Nadie me dijo nunca que el mundo sigue girando, y que el Parkinson puede pasar de ser tu peor enemigo a tu mejor amigo. Nadie me dijo lo apasionante que puede llegar a ser la vida a partir de haber sido diagnosticado de la enfermedad del tembleque.»


* Nació en Cuenca hace 16 años. Siempre le ha apasionado el mundo de las letras. Desde bien pequeña, devoraba todos los libros de la biblioteca de su ciudad y, no contenta con eso, se los llevaba a casa para seguir disfrutando de ellos. Nos cuenta que, cuando se portaba mal, el castigo de su madre era quedarse sin leer durante esa noche. Actualmente estudia cuarto de ESO, y otra de sus grandes pasiones es bailar. Con quince años, obtuvo la Mención Especial del Jurado del III Concurso Litteratura de Relato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...