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Foto: Archivo personal de la autora |
“¿Dónde lo conociste?”, me pregunta la
gente. “Lo conocí en el aeropuerto”, y para cualquier persona no
hay historia mejor que haber conocido a tu novio en un aeropuerto,
donde casi jamás se conoce a alguien, y eso que la gente parece
vestirse para vivir una aventura inolvidable en vez de para emprender
un periplo cansado y lleno de valijas terriblemente pesadas. Y tú
llegaste con una maleta que hacía ruido y con un cigarrillo en la
mano, corriendo para salir a fumarlo lo antes posible, y parecías
yo, con todo a la deriva, como si el mundo se hubiese puesto en tu
contra para no aparentar ser perfecto en las situaciones en las que
los demás esperan eso de ti. Así nos conocimos. En ese pasillo del
aeropuerto peor construido de la tierra. Y algún día contaré la
historia entera. Ahora solo quiero decirte que no sé por qué me
puse así. Quiero pedirte perdón, creo que una vez me dijiste que no
te gusta ver a las chicas llorar; pero ¿qué quieres que te diga?
Esta terraza una vez estaba llena de champagne malo, de canapés
hechos por mí, Jules reía de tu “Je suis Max”, Tommy revoloteaba
buscando una ropa que ponerse para salir a fiestear, Fanny se secaba
el pelo en el último segundo, Clément te seguía a todas partes, las
partidas de póquer continuaban hasta las tantas, y tu padre tenía el
anillo en la mano y desde la cocina nos decía que la cena estaba
lista. Y ¿ahora? Todos están en París y tu padre… tu padre está
aún aquí, cocinando en mi memoria.
Y sé que siempre seremos amigos, y
que bueno, aunque suene más que oído, siempre nos quedará París.
Donde estáis todos ahora menos yo. Así que perdona por haberme
puesto así. Sólo es que a veces os echo demasiado de menos.
hermoso, bello, triste.
ResponderEliminarFFelicitaciones, y gracias por compartirlo Alba.
Mariano Contrera
Muchas gracias en nombre de la autora, Mariano, seguiremos publicando textos de ella en Litteratura.
EliminarAlba te envía un besito desde Canarias.