viernes, 7 de noviembre de 2014

No sé por qué me puse así......Alba Sabina Pérez

Foto: Archivo personal de la autora 
No sé por qué me puse así. No es por verte, quizás es porque estar contigo es estar con todo lo que supone estar contigo. Ni siquiera has cambiado demasiado. Tal vez unos kilos de más o de menos, ni siquiera soy capaz de saberlo. La camiseta nueva y el anillo de tu padre colgado al cuello. El champagne es mejor esta vez. Es demasiado bueno. Cuando tú y yo estábamos juntos bebíamos aquella cosa que pretendía saber bien. Tampoco nos importaba, poníamos la música en el móvil que ahora está guardado en un cajón cualquiera por tener mal sonido, y nos sentíamos diferentes porque esas canciones no las conocía nadie. ¿Recuerdas el primer día? Se veía la piscina desde tu terraza y nos preguntábamos si alguien más estaría en ese momento escuchando aquel horrible rap que nos instaba a tener un solo dólar más para conquistar el universo. Pero, bueno, en todo caso, ¿no fue aquel el mejor verano del mundo?
         “¿Dónde lo conociste?”, me pregunta la gente. “Lo conocí en el aeropuerto”, y para cualquier persona no hay historia mejor que haber conocido a tu novio en un aeropuerto, donde casi jamás se conoce a alguien, y eso que la gente parece vestirse para vivir una aventura inolvidable en vez de para emprender un periplo cansado y lleno de valijas terriblemente pesadas. Y tú llegaste con una maleta que hacía ruido y con un cigarrillo en la mano, corriendo para salir a fumarlo lo antes posible, y parecías yo, con todo a la deriva, como si el mundo se hubiese puesto en tu contra para no aparentar ser perfecto en las situaciones en las que los demás esperan eso de ti. Así nos conocimos. En ese pasillo del aeropuerto peor construido de la tierra. Y algún día contaré la historia entera. Ahora solo quiero decirte que no sé por qué me puse así. Quiero pedirte perdón, creo que una vez me dijiste que no te gusta ver a las chicas llorar; pero ¿qué quieres que te diga? Esta terraza una vez estaba llena de champagne malo, de canapés hechos por mí, Jules reía de tu “Je suis Max”, Tommy revoloteaba buscando una ropa que ponerse para salir a fiestear, Fanny se secaba el pelo en el último segundo, Clément te seguía a todas partes, las partidas de póquer continuaban hasta las tantas, y tu padre tenía el anillo en la mano y desde la cocina nos decía que la cena estaba lista. Y ¿ahora? Todos están en París y tu padre… tu padre está aún aquí, cocinando en mi memoria.
         Y sé que siempre seremos amigos, y que bueno, aunque suene más que oído, siempre nos quedará París. Donde estáis todos ahora menos yo. Así que perdona por haberme puesto así. Sólo es que a veces os echo demasiado de menos.

2 comentarios:

  1. hermoso, bello, triste.

    FFelicitaciones, y gracias por compartirlo Alba.

    Mariano Contrera

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    Respuestas
    1. Muchas gracias en nombre de la autora, Mariano, seguiremos publicando textos de ella en Litteratura.
      Alba te envía un besito desde Canarias.

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