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Foto: Manifestación por la III República en Madrid |
La instauración de esta forma de la Monarquía de Juan Carlos de Borbón fue acompañada, además, por la introducción en la Constitución de 1978 de toda una serie de preceptos que configuran a dicha institución con perfiles claramente antidemocráticos. La clave de bóveda de esta grave contradicción constitucional radica en que el artículo 1.2 proclama que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, y por otro lado el artículo 56, apartado 3, establece que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Flagrante vulneración del principio de igualdad entre todos los españoles que proclama la misma Constitución.
Treinta
y cinco años después de aprobada la Constitución que ha regido
desde entonces la vida de nuestra sociedad, tenemos la firme
convicción de que ha llegado el momento de poner fin a tamaña
anomalía. Es evidente que los escándalos de todo orden que han
salpicado últimamente a la Casa Real han contribuido a acrecentar la
desafección entre la ciudadanía hacia la persona del rey y su
familia. Para nosotros, no es una cuestión de personas, sino de la
institución monárquica en sí, a la que consideramos obsoleta,
anacrónica y contraria a los principios de la democracia, conforme a
la cual todos los que nos representan han de ser libremente elegidos
por el pueblo, incluido el jefe del Estado.
La
profunda crisis que vive hoy nuestro país -no sólo económica, sino
también política y moral- recuerda, salvando las distancias
temporales que nos separan de aquel periodo histórico, la vivida en
las postrimerías de la dictadura de Primo de Rivera, que desembocó
en el advenimiento de la II República. La Agrupación al Servicio de
la República lanzaba entonces un llamamiento a favor de la
instauración en España de un régimen republicano. “La Monarquía
de Sagunto” -decía ese llamamiento- “ha de ser sustituida por
una República.” Pero, dado que la Monarquía no iba a ceder “tan
galantemente”, y el paso a un sistema de poder público sólo se
rendiría “ante una formidable presión de la opinión pública”,
era urgentísimo organizar esa presión, haciendo que “sobre el
capricho monárquico” pesase “con suma energía la voluntad
republicana de nuestro pueblo”. La Monarquía de hoy, surgida por
imposición de un régimen dictatorial y perpetuada por los pactos
concertados por los partidos de izquierda con la derecha
postfranquista, tampoco es representativa de esa voluntad.
El
Manifiesto de febrero de 1931 se proponía movilizar a la ciudadanía
para que formara “un copioso contingente de propagandistas y
defensores de la República española”. Sus autores llamaban a
“todo el profesorado y magisterio, a los escritores y artistas, a
los médicos, a los ingenieros, arquitectos y técnicos de toda
clase, a los abogados, notarios y demás hombres de ley”. También
se refería muy especialmente a la necesidad de contar con “la
colaboración de la juventud”, respecto de la cual se expresaban
así: “Tratándose de decidir el futuro de España es
imprescindible la presencia activa y sincera de una generación en
cuya sangre fermente la sustancia del porvenir”.
Lo
mismo que ayer, nuestro llamamiento va también dirigido hoy a los
intelectuales -escritores, periodistas, artistas-, a los que
desempeñan tareas docentes desde la escuela primaria a la
Universidad, a los que ejercen profesiones liberales -médicos,
ingenieros, arquitectos, abogados-, a los integrantes de la decisiva
comunidad científica, a los que ocupan cargos en la función
pública, y, por supuesto, a la clase trabajadora, que fue y sigue
siendo la que más soporta el peso de las injusticias y desigualdades
del salvaje capitalismo neoliberal. Y, de manera muy particular, a
las generaciones jóvenes que no participaron en la discusión y
aceptación de la Constitución de 1978, pero cuyas consecuencias
padecen como el resto de la sociedad. Porque nosotros también
insistimos en que su savia nutra el futuro.
Ha
llegado el momento de que los españoles decidamos en plena libertad
el régimen que deseamos para España. Por ello, pedimos la
convocatoria de un referéndum, en el que se tenga la posibilidad de
elegir libremente entre Monarquía o República. En el caso de
triunfar esta última opción, se abriría un periodo de Cortes
Constituyentes, en el que se elaboraría una nueva Constitución y se
procedería después a la convocatoria de elecciones para la
formación de un nuevo Parlamento como representante de la soberanía
popular. La Constitución que se adopte debería prever las
modalidades de elección del Presidente de la República del nuevo
Estado, que adoptaría la forma de República federal.
El
nuevo Estado no sería aconfesional, como lo es el actual, conforme a
la Constitución de 1978, cuyo artículo 16, apartado 3, dice que
“ninguna confesión tendrá carácter estatal”, sino laico, como
estipulaba el artículo 3 de la Constitución de 1931: “El Estado
español no tiene religión oficial”. En él se fomentarán y
divulgarán desde la escuela primaria los valores laicos y
republicanos.
Desde
el final de la Guerra Civil hasta hoy la consigna más falaz
esgrimida por los vencedores del conflicto no ha sido otra que
repetir machaconamente que tanto la I República, la de 1873, como la
II, la de 1931, constituyeron un fracaso que condujo a España a la
ingobernabilidad provocada por el desorden. Quienes aún hoy se
permiten formular esta opinión o bien tergiversan deliberadamente el
significado de las dos experiencias republicanas o son víctimas del
lavado de cerebro que desde hace más de dos siglos (1789, Revolución
Francesa) han venido persiguiendo los monárquicos volcados en
impedir por todos los medios, incluidos los golpes de Estado de los
generales Pavía y Franco, la modernización social y cultural que
acarrearon las dos experiencias republicanas, la II en particular.
La
III República ha de ser la obra de todos los españoles, hombres y
mujeres, en un esfuerzo común por dotar a nuestro país de un Estado
que esté en consonancia con nuestro tiempo. Una de las mayores
preocupaciones de los hombres y mujeres de la II República fue la
moralización de las instituciones y de la vida pública degradadas
por un sistema, también bipartidista, que desembocó en la primera
dictadura militar del siglo XX amparada por el monarca Alfonso XIII.
Obviamente, entre las tareas primordiales del nuevo régimen
republicano figurará el objetivo de apostar por la igualdad social.
También la consecución de un moderno Estado de Bienestar asentado
en una fiscalidad progresiva más justa cuyas conquistas sociales
hagan pasar a la historia las hasta ahora conseguidas.
La
III República no es una quimera, no es una utopía. Es una urgente
necesidad de regeneración democrática. Y puede ser una realidad, si
todos nos unimos y luchamos juntos por conseguirlo. Sin olvidar las
experiencias republicanas del pasado, la III República ha de mirar
hacia el futuro.
Firmantes
José
Luis Abellán
Filósofo
y escritor, catedrático emérito de la Universidad Complutense de
Madrid, ex miembro del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, ex Presidente
del Ateneo de Madrid
Laura
Alfonseca Giner de los Ríos
Investigadora
en Historia
Pilar
Altamira
Escritora,
bióloga, responsable del Legado Rafael Altamira
Marcos
Ana
Poeta
José
Caballero Bonald
Escritor,
Premio Biblioteca Breve, Premio Cervantes
Mercedes
M. Arancibia
Periodista,
co-directora de Crónica Popular
Amparo
Climent
Actriz,
dramaturga y artista plástica, Medalla de Oro de Real Círculo
Artístico de Barcelona
Lorenzo
Contreras
Periodista,
cronista político
Julio
Diamante Stihl
Director
cinematográfico y teatral, escritor, premio de Cultura-Cine y
Audiovisual de la Junta de Andalucía
Antonio
Ferres
Escritor,
Premio Sésamo y Premio Ciudad de Barcelona
Josep
Fontana
Historiador,
catedrático emérito de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona
Joan
Garcés
Politólogo,
Premio Nobel alternativo (Rightlivelihood Foundation), ex
investigador de la Fondation Nationale des Sciences Politiques de
París
Juan
Genovés
Pintor
y artista gráfico, Premio Nacional de Artes Plásticas de España,
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes
Belén
Gopegui
Escritora,
Premio Tigre Juan e Iberoamericano Santiago del Nuevo Extremo
Juan
Antonio Hormigón
Escritor,
director de teatro, ex catedrático de Dirección de Escena de la
RESAD
Carlos
Jiménez Villarejo
Jurista,
ex Fiscal Anticorrupción
Salvador
López Arnal
Profesor,
colaborador de El Viejo Topo y de Rebelión
Armando
López Salinas
Escritor,
finalista del Premio Nadal
Gloria
Llorca Blasco-Ibáñez
Miembro
del Patronato de la Fundación Centro de Estudios Vicente
Blasco-Ibáñez de Valencia
María
Rosa de Madariaga Álvarez-Prida
Historiadora,
ex funcionaria de la UNESCO, miembro del Consejo de Redacción y
coordinadora del Consejo Editorial de Crónica Popular
Fernando
Marín
Actor
y director, primer Secretario General de la Unión de Actores,
miembro fundador de AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión
de España)
Carmen
Negrín
Ex
funcionaria de la UNESCO, Presidenta de Honor de la Fundación Juan
Negrín
Mirta
Núñez Díaz-Balart
Historiadora,
Directora de la Cátedra “Memoria Histórica del siglo XX”, de la
UCM, miembro del Consejo Editorial de Crónica Popular
Luis
Otero Fernández
Fundador
de la Unión Militar Democrática (UMD) y Presidente del Foro Milicia
y Democracia (FMD)
Carlos
París (†
31 de enero de 2014)
Filósofo
y escritor, catedrático emérito de la Universidad Autónoma de
Madrid, Presidente del Ateneo de Madrid
Gonzalo
Puente Ojea
Embajador
de España retirado, escritor
Ignacio
Ramonet
Periodista
y escritor, director de Le Monde Diplomatique en español
Rosa
Regàs
Escritora,
Premio Planeta, Premio Biblioteca Breve, ex Directora de la
Biblioteca Nacional
Fernando
Reinlein
Miembro
de la Unión Militar Democrática (UMD) y vocal de la Junta Directiva
del Foro Milicia y Democracia (FMD), periodista
Miguel
Riera
Editor,
director de El Viejo Topo
Julio
Rodríguez Puértolas
Catedrático
emérito de Literatura de la Universidad Autónoma de Madrid
Isaac
Rosa
Escritor,
Premio Rómulo Gallegos y Premio Fundación José Manuel Lara
David
Ruiz
Historiador,
catedrático emérito de la Universidad de Oviedo
Nicolás
Sánchez-Albornoz
Historiador,
catedrático de la Universidad de Nueva York, ex Director del
Instituto Cervantes
Juan
Trías Vejarano
Catedrático
emérito de historia de las ideas políticas, Universidad Complutense
de Madrid, miembro del consejo editorial de Crónica Popular
Rodrigo
Vázquez de Prada y Grande
Periodista,
co-director de Crónica Popular
Ángel
Viñas
Economista,
historiador, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid,ex Embajador de la UE ante las Naciones Unidas, en Nueva York
Arquitecto y profesor
Ingeniero aeronáutico y sociólogo
Jubilada
Matías
Escalera Cordero
Escritor
y profesor
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