martes, 1 de abril de 2014

Sensación de vivir......Marcos Vasconcellos

Foto: Sensación de vivir
Un paisajista regresó a casa de sus padres. Cuando era niño ya hizo en el jardín sus primeros pinitos de
una profesión en la que acabó considerado como un profesional de reputada fama y consideración. Alguien que crearía escuela, enseñaría a una futura generación y acabaría figurando en las enciclopedias.
         Cuando entró en su habitación, encontró la cama, la silla y la mesa en idéntica posición. Giró las alas de la lámpara-Batman, atento a las cortinas de superhéroes que jamás escaparon. Sus cromos de fútbol estaban perfectamente apilados en la mesa junto a las figuritas de los pastelitos de chocolate, que también se encontraban en perfecta formación; el póster y el banderín de su equipo favorito, chinchetas eternas con fotos de El Equipo A, el Coche Fantástico y Diana comiéndose un ratón en V.
         Escuchó el mismo sonido de televisión encendida en el salón. Encontró a sus padres igual que cuando se fue. Era como si no hubieran cambiado desde entonces. Sin embargo, la casa se había quedado pequeña. Era más que eso, la casa y sus padres se habían quedado congelados en el tiempo. Había estado tanto tiempo fuera, tanto tiempo sin saber de ellos, sin visitarles, que se habían quedado igual que siempre. Sus padres como unos cromos que ya no valían ni para intercambiar en un mercado de antigüedades. Gritó que estaba cansado, que el viaje había sido muy largo y que necesitaba descansar. Sus padres y la televisión contestaron que muy bien y que ya sabía donde estaban las cosas.
         Era demasiado pronto, se podía ver el atardecer. Se asomó a la ventana y al contemplar el paisaje que dejó, se alegró de que todo siguiera siendo igual que entonces. Estiró los brazos, respiró el mismo aire y contempló el mundo idílico y arcádico de siempre: las ovejas y el pastor a la sombra del mismo árbol, los templetes griegos, un faro en un mar enlatado entre galeones y ruinas clásicas, coros y ángeles con trompetas, las villas campestres, los palacios, las casas humildes, lagos, estanques con bañistas gordas, la naturaleza frondosa, los patricios a caballo vestidos con elegante túnicas, los esclavos escultóricos y bronceados, flores, guirnaldas y, en el marco de la ventana, una pegatina de Sensación de Vivir.
         Cierra la ventana, se echa sobre la cama, siente su sonrisa y va notando como los párpados se van cerrando. El descanso del guerrero que se alegra de haber regresado a casa, para siempre.

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