Tenía un cuerpo perfecto,
la temperatura regulada,
la temperatura regulada,
sabía acariciar,
olía a lavanda.
Tenía un
cuerpo que pedía
comprensión,
cuidado…
Hacía tiempo que
no acariciaba un
cuerpo
tan suave,
tan morenito.
Le hubiera besado la huella de
los pies
porque
os juro que era un cuerpo en el que quedarse a vivir.
Su piel
era un verso sin decadencia,
un poro
rimaba con el siguiente
y sin necesitar ser octosílaba
tenía una métrica perfecta.
¡Le salían flores de los tatuajes!
Era un cuerpo al
que abrazar,
en el que quedarse a dormir…
Pero mi insomnio no paraba de moverse
y
el sol apareció por el balcón
y llegó hasta el centro de la cama
y los rayitos se posaron en su espalda,
estuve tentada de besarla
pero me quedé inmóvil
—pa no despertarla—.
Porque la noche anterior me había dicho
que le gustaba su cuerpo en el centro.
Nunca un cuerpo
con dos pulmones
sangre
y
ventrículos
me había parecido tan poético.
Le dije
en voz bajita que era increíble
y me fui.
La bese por toda
la espalda,
cuando cerré la puerta al salir sentí
que había dejado las huellas en el sitio incorrecto.
—Con una mujer así sólo puedes ir de frente.—
Julio
Agradezco la
invitación,
el roce de
labios.
Agradezco que
no dejaras pasar a la indiferencia,
que la
verdad se instalase en tu cuarto.
Agradezco que
tus folclóricas escucharan los miedos
que tan valientes nos salieron de la garganta.
Lo de desnudarnos los cuerpos
siempre será lo de menos,
si no vuelve a pasar,
que no pase.
Aunque si tu luz roja
no vuelve a alumbrarme,
vivirá en mi recuerdo
y contaré a la gente que no cree en nada
que hay personas capaces
de comprometerse con el instante.
Y les diré
a mis ojos que tengan paciencia,
que la belleza vendrá otras veces.
Y
si al final la vida hace posible otro encuentro,
desplegaré mis
alas y te abrazaré con fuerza.
![]() |
Ana Rosa Aguilar Mata |
*
Nació
en
1991 en Málaga, y
desde
temprana edad tiene fijación por el mundo del arte, especialmente
por el teatro y la poesía. Así que a los nueve
años, comenzó
a estudiar teatro en el conservatorio Felipe Campuzano de Marbella.
Al cumplir doce
años, empieza a escribir relatos, monólogos, teatro y
poesía. En
2009, ganó
el Premio
de Narrativa y Poesía en el IX Certamen Literario de San Pedro
Alcantara con “¡Mi madre!”, un microrrelato cómico y
semiautobiográfico.
En 2016 llega a Madrid para continuar con su formación y ampliar
experiencias. Ha pertenecido durante dos
años a la compañía de teatro “Neska”, lo cual la ha llevado a
distintos teatros de la capital y de diversas zonas de España. En
2021 ganó
el certamen poético Posos
de vida y café,
lo cual la llevó a publicar su primer poemario: El
círculo cromático de mis palabras (Entrelíneas
Editores, 2022). Finalista del V
Concurso Internacional “Litteratura” de Poesía.
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