Si
lo pensáis bien, el cuento es completamente aplicable hoy en día,
con la salvedad de que la inocente lechera se ha transformado en un
ente abstracto y sin alma llamado mercado financiero especulativo,
bastante menos cándido. Al final, ya no se trata de un cántaro de
leche. Son países enteros, derechos de ciudadanía, regulación
laboral, servicios públicos... que caen como un castillo de naipes y
arrastran a su paso todo lo que encuentran.
La cosa es bastante más
seria, pero el fondo y la avaricia son exactamente los mismos desde
que, cuando expiraba el siglo XVIII, escribiera esta historia Félix
María de Samaniego.
¡Qué
triste fábula y qué grande Paco Ibáñez!
definitivamente los problemas no han cambiado demasiado, pero tenemos nuevos problemas.
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