domingo, 18 de marzo de 2018

Voces quemadas......Ur Olivero

para Sol Astromujoff. TQ.

Foto: Jaime López Pérez, Vieja bombilla
No, eso no está bien que lo haga pero lo haré porque me obligan, ustedes me obligan a decir no sé qué. Porque yo no sé qué decir y me fuerzan ustedes. No sé nada, qué voy a saber si yo no salgo de mi casa, apenas salgo de mi casa para no meterme en problemas, yo no quiero problemas y menos con la gente del gobierno, que uno comenta una cosa y ellos dicen que uno dijo tal otra cuando uno lo que dijo fue aquello y esto. ¿Volveré a mi casa con mi gente?... Ese bombillo. ¡Dios mío! Mi mujer estará preguntándose que qué hago, que por qué tardo tanto, que por qué no le he mandado un aviso de dónde estoy y con quién, que si voy a tardar por qué no digo con quien estoy y dónde, eso ustedes lo saben y quieren saber no sé qué. Yo nunca dije nada que pudiera comprometerme, eso ustedes lo saben bien, pero como ahora la cosa está en candela... ¿Siempre no estuvo?, vienen y me dicen y me recuerdan que yo hice o dije no sé qué, no sé dónde. Ebombillo ese y esos gritos, Dios mío. Bueno, es verdad que nos reuníamos un grupito en el Círculo Social, nos reuníamos para conversar sobre nuestras cosas, no hay nada malo en juntarse un rato con los amigos y conversar de lo que nos interesa, eso todo el mundo lo hace, el que más y el que menos lo hace. Y el Círculo Social estaba para eso, hace buen fresco allí y hay espacio para poner una mesa y jugar un rato al dominó con los amigos, no hay nada de malo. Sobre todo los domingos y ya ni sé en qué día estamos y tengo voces dentro de mí que me aturullan las ideas. Yo no puedo decirles nada. Y me traen aquí no sé para qué, ya les dije que por allá por mi casa deben andar preocupados, y además mi sobrino está de visita y se tiene que regresar el martes, el martes se tiene que regresar con su mujer. Ahora tendrán un niño. Estarán preocupados después de dos días, ¿qué quieren que les diga al aparato este que me han puesto aquí?... A veces creo que hasta desvarío, pero no porque nunca he tenido problemas con la salud, de eso siempre se ríe mi mujer, que dice Estás hecho un toro, chico, estás hecho un caguairán, ¿qué remedio tienes para eso?... Así que no tiene nada que ver con la cabeza porque yo de la cabeza estoy bien, uno no se pone enfermo así como así, de la noche a la mañana, aunque a decir verdad ya no sé si es de noche o es de día. ¿Fue el desayuno lo que me trajeron o la comida?... Ya ni sé porque la cabeza se me va para un lado y hasta me parece tener dentro un río de candela, eso me parece, pero no, no estoy loco, qué voy a estar loco, lo que sí que no puedo hacer es decirles nada de esa gente porque no sé nada. Ellos vinieron a mi casa y me dijeron que les guardara aquel paquete, eso sí, ¿hay algo de malo en guardarles un paquete a unos amigos?... Los amigos de veras no le hacen un feo así a uno sin antes avisarte, los amigos de verdad no, eso no lo hacen los amigos que quieren a uno, los de verdad. No tiene nada de malo. El que fue a casa fue Mauro, que si podía guardarle un paquete y yo natural, que sí, sin problemas, ni siquiera le pregunté cuándo pasaban a recogerlo, no tenía por qué desconfiar, no se puede andar desconfiando de todo el mundo porque luego las ideas se ponen enfermas de tanto pensar mal de la gente, la gente tiene sus cosas, sus problemas, como todo el mundo ¿quién no los tiene?... Todos los tenemos, la vida cuesta lo suyo y si uno no se anda metiendo en gravedades, uno no tiene por qué saber según qué cosas, ya sé que los americanos tienen espías por aquí para tumbar esto, pero mis bisabuelos lucharon por esto y mis abuelos y mis padres y yo de alguna manera sigo su ejemplo, el que no quiera opinar en las reuniones no quiere decir nada, sencillamente no quiero que digan que dije blanco cuando dije negro, eso pasa mucho en las reuniones cuando quieren votar a uno para que se encargue de los trabajos voluntarios los domingos, para la vigilancia, para cobrar el dinero de la luz y del agua, no sé, mejor quedarse callado porque en boca cerrada no entran moscas o entran las justas. Mauro es buen muchacho, peleó en Angola pero ya ustedes lo saben, yo no sabía que le tenían un expediente abierto, eso no lo sabía, en esas cosas yo no me ando metiendo, para qué, si cada cual sabe lo que hace, aquí ya somos todos un poco mayorcitos para saber lo que nos conviene y lo que no. ¿Qué le tenía que decir?... Le dije Déjalo ahí encima de la mesa que luego lo guardo, porque así siempre somos con él, es casi como si fuera de la familia, y cuando uno es como de la familia no anda pensando mal. Él peleó en Angola, eso ya lo saben ustedes, ahora las ideas me zarandean la cabeza y no recuerdo bien si lo que comí era la comida o el desayuno, ese bombillo que hay ahí enfrente me pone nervioso, me pone mal de los nervios, ¿eso es una radio o unos gritos?... Alguien grita, parece algo como de una película, desde hace cantidad de tiempo que no voy al cine, el cine de Lengua de Pájaro me gusta más que el cine de Mayarí, es más grande y hace menos calor, el calor en esta época del año es un sufrimiento tremendo, eso ya lo saben ustedes, ahora me han puesto eso ahí y ese ruidito que hace que parece un hormiguero lleno de abejas, ¿le mandaron un aviso a mi mujer?... Estarán preocupados, avísenle. Cuando llegó les hicimos una fiesta, la verdad es que contaba cosas tremendas pero luego le hicieron un expediente, no sé qué pasó, no sé por qué se lo hicieron y lo llamaron a contar. Contaba cosas de allá tremendas, cosas tremendísimas, las cosas que hacían soldados de aquí, que a más de uno cuando llegó lo degradaron y los metieron en la cárcel por aprovecharse de las mujeres de allá y otras cosas que con el tiempo nos fue contando, pero todo eso lo decía cuando tenía unos tragos, antes no lo decía porque al parecer lo ponía colorado contar esas cosas, como si fuera él que las hubiera hecho, y eso eran maldades que nunca se le ocurrirían, por eso se ponía colorado porque creía que la gente podía pensar mal de él. Nosotros no pensábamos mal de Mauro, por qué íbamos a pensar mal de alguien que tenía un buen corazón, así que no sé qué quieren que les diga. Yo estaba en mi casa tranquilo esperando el campeonato de boxeo a ver si de una buena vez Donatién se clasifica para las finales, ustedes saben bien el bien que nos ha hecho Donatién siendo de esta misma provincia. A veces lo veía por ahí por Mayarí, ahora no tanto, parece ser que anda siempre de viaje por las provincias preparando sus torneos. Ese bombillo me está haciendo ver y oír visiones, no sé por qué no lo apagan, dicen que antes torturaban así, cuando el tiempo de Batista y cuando el tiempo de Machado, aquellos tiempos eran tremendos, los políticos no perdonaban nada con tal de salirse con las suyas. No, yo le dije Déjalo ahí, luego la guardo. Mi mujer no estaba, mi mujer estaba en Lengua de Pájaro comprando un machito para hacerle un buen fricasé a mi sobrino, el martes se va, ese llegará lejos si sigue así, y eso que cuando vejigo era un bala perdida, a nadie quería hacerle caso, y que a cada rato a la madre le mandaban quejas del colegio porque no quería respetar a la gente, ahora no, ahora hasta creo que sabe un poco de idiomas, mejor, que se prepare que los tiempos no están para desperdiciarlos. Tengo la boca como si estuviera llena de cenizas, me parece. Yo les dije que no sabía nada de esa caja, si lo llego a saber le pido explicaciones de por qué andan en cosas así, pero uno no tiene porqué andar desconfiando de la gente, menos si son como de la familia, a fe de qué. Me perdí la pelea y ya ni sé qué día es hoy. ¿Hoy no es domingo?... Si hubiera una iglesia lo sabría pero las iglesias desaparecieron cuando el triunfo de la Revolución, no, yo no digo que no esté bien, ni si ni no, de esas cosas entiendo más bien poco, pero antes las campanas te daban una idea de en qué hora estabas si no tenías un reloj a mano y estabas desorientado. Cuando mi mujer llegó le dije que había estado Mauro. Que lo había visto en la parada pero que no se le acercó para saludarla, que le extrañó, que si le pasaba algo. No, que había estado en casa, ese bombillo se apaga y se enciende y parece que vaya a explotar, no sé por qué no lo cambian para que deje de chisporrotear, me pone nervioso, y baila del cable como si fuera a caerse. Y que si le podía guardar una caja un par de días, eso sí que me acuerdo aunque no estoy muy seguro, hasta que vinieron ustedes con que si esto y si aquello, yo no sabía nada de lo que había en la caja, que las cosas cuando no son de uno, uno no tiene que andar trasteando en ellas, que no sabía, y están todavía con eso de que yo les oculto no sé qué. Que no, hombre de Dios. ¿No pueden cambiar ese bombillo?... Si se cae, me quedo a oscuras y a mí la oscuridad me gusta poco, es como si uno estuviera ciego porque no ve nada. Los ojos están ahí y claro que los sientes, pero como no ves te parece que te has quedado ciego. La boca la tengo que parece que haya comido cenizas, ya ni sé si fue la comida o el desayuno o el almuerzo lo que me dieron, y que comiera con las manos, porque no quisieron darme una cuchara, que comiera con las manos que por eso no me iba a morir. Alguien gritó hace un rato pero creo que eso venía de una radio, en las radios a veces se oye a gente que maltratan, yo por si acaso silbé para ver si alguien me silbaba, pero nadie me silbó. La caja esa no era nada del otro mundo, que si no sabía, que no, que las cosas que no me pertenecen no tengo por qué andar metiendo la nariz en ellas. Bueno, no era una caja muy grande, pero pesaba un poco cuando la llevé para el cuarto antes de que llegara Clara, era un poquito más grande que una caja de zapatos y pesaba un poco, eso sí, yo soy fuerte pero pesaba un poco. Eso sí que lo dije porque no veo qué de malo hay en una caja que pese un poco menos o un poco más, ¿hay algo de dañino en que una caja pese un poco menos o un poco más?... Y el oficial ese que no hay nada de malo en que una caja pese menos o pese más, pero que eso dependía de lo que contenga la caja. Que si no me fijé. Esta boca. ¿Qué tengo en ella que las palabras me salen como si hubieran estado en el fuego antes?... No, le dije. Ahora me llevan a los calabozos provinciales y no me han dicho si le han mandado un recado a mi mujer para que esté tranquila, mi sobrino que se va el martes y no sé si podré verlo antes de irse. El oficial me acaba de decir Ya le avisarán a un abogado de oficio cuando lleguemos a Holguín, que por qué me llevan para Holguín, me dicen que un asunto así como el mío tiene que ver con el Tribunal Supremo y la Fiscalía General, que por qué me llevan sin avisar a mi familia, que si me pueden dar un poco de agua, que espere a llegar a Holguín, me dicen. 
          El bombillo acaba de reventar y me he quedado medio ciego ahora mismo. Acaban de pasar con un bulto, parecía pesado el bulto ese. ¿Qué tenía la dichosa caja esa?


[Publicado originalmente en Revista Paralelo Sur nº 9, y reproducido en Litteratura con permiso del autor

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