Tercer Premio (ex aequo) del V Concurso Internacional “Litteratura” de Poesía
¡Felices Fiestas del Solsticio de Invierno para tod@s!
Despierta,
genio,
que
frotan la lámpara.
Es
urgente, afuera hay quien te necesita.
2
Afila
bien el hacha con la piedra de amolar,
mi fiel verdugo. Quiero un solo golpe.
Y cuida que mi cabeza caiga dentro de la cesta,
no me gustaría verme rodando por ahí
sin poder pensar, como una pelota vieja.
3
mi fiel verdugo. Quiero un solo golpe.
Y cuida que mi cabeza caiga dentro de la cesta,
no me gustaría verme rodando por ahí
sin poder pensar, como una pelota vieja.
3
Solas
llegan las palabras de todas partes del ordo.
Extraños palabreríos de olivos, cercas y sotos
que, conversados al pairo, se mascan entre unos y otros.
Palabras y arenas sueñan ríos de oleajes rojos.
Son arenales de antorchas y cuerpos de limo sordo
que saltan contra las sangres, ascienden hasta los ojos
y vagan por las cañadas, razones, suertes y enojos.
Son mentiras, son verdades, hambrientas de cuerpos sólidos.
Extraños palabreríos de olivos, cercas y sotos
que, conversados al pairo, se mascan entre unos y otros.
Palabras y arenas sueñan ríos de oleajes rojos.
Son arenales de antorchas y cuerpos de limo sordo
que saltan contra las sangres, ascienden hasta los ojos
y vagan por las cañadas, razones, suertes y enojos.
Son mentiras, son verdades, hambrientas de cuerpos sólidos.
Las arenas son palabras que fluyen hasta los fiordos
huecos del conocimiento sin saber si son estorbos.
Cascanueces, matasuegras, cascabeles, linos, crótalos,
en largos ictus de músicas y tules de vuelos rotos.
Todas las olas restallan cristales de plumas y oros
que vuelan cual mariposas, palabras de vuelos tordos.
Ríos negros, blancas fuentes, millones de ayes y lloros
en un gineceo infértil, mullido chaise longue de locos.
Locas las olas y arenas a la playa de los tontos,
rosarios de tonterías con hebras de aciertos crónicos.
Arenales palabrescos, huertos de grama y escombros.
Desiertos de huellas secas, solar de cardos y abrojos
donde los descolocados vagando errantes van solos
y a las mariposas tristes les crecen cuernos de toro.
Sembrados de inteligencias que esperan mustias el orto
para brotar esperanzas que lluevan en los rastrojos,
encuentran la amanecida ahíta de troles y horcos,
y estiércol de los desahucios, que son su mejor abono.
Vuelve a mí, conocimiento, driza de un látigo incógnito,
pues naceré yerbas y aguas para inventar este otoño.
Contigo implaré una esfinge de papiros y de lotos
y de hileras de campánulas en campos de trigo y sorgo.
¿Contigo qué haré? Contigo, aquel oasis fructuoso
que enciende los pensamientos y atesora los rescoldos.
Vendimiaremos las uvas del no saber, y no todo,
cuando el sol de los septiembres llore en sus claros boscosos.
Vieja yola a la deriva de este pensar proceloso
anclada en todos los náufragos, lar de pájaros y lobos
que la conciencia ilumina. Palabras, yerros y logros
van brotando y aún fenecen en inacabable chorro.
Manan del lar de los idus, igual que nacemos todos.
Cordilleras de preguntas, mares de deudas sin ojos
asedian las multitudes cuales desnortados bóvidos.
Veo arroyos de veneno manar montes de despojos
y archipiélagos de plásticos que hollan lo sagrado y lo hondo,
allí donde estuvo el nido en que germinaba el óvulo.
Hagámonos un favor, pues ya que somos, no somos,
manos a la masa estamos de harinas hasta los codos.
Compartamos las haciendas de amasar para los hornos
y a cosechar las hornadas de este pan tierno y sabroso,
la siega de nuestras mieses vengan en granos o en montos,
las historias de abedules, las rabias del tiempo corto
que aciertan los porvenires y auguran quizá un fin hosco.
Pergeñemos nuestras arras en este corral de sordos.
Veo desfiles de fantasmas, arroces de grano flojo
y lazos de vaquerío perseguidos por escrotos
que pretenden las muñecas enjoyadas de eras y oros,
que al final rueden sin precio: ¡hemos de ir todos al orco!
Preguntas de un don Cobarde que habla por ojos de un loco
porque miró y piensa, cuenta aquello que hoy callan pocos:
¿Está el conejo en la brasa? Quizá, lo veremos pronto.
Ahora es noche, ¿vendrá el día? ¿Qué pasará con nosotros?...
José Luis Macías Rico |
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