No debemos dejarnos engañar; ellos
dicen: no juzguéis, pero mandan
al infierno a todo lo que
constituye un obstáculo en su camino.
FRIEDRICH NIETZSCHE
en
su roseta de eterno sufrimiento
y
ocupando el lugar de la mirada perdida,
de
la perdida identidad
que intenta habitar
un universo en fuga.
Custodian
camas matrimoniales,
oscilan
en los espejos retrovisores
y
naufragan en fascinantes y abismales escotes.
Fabricados
en serie, bendecidos en serie,
el
fiel episcopio se asoma a la vida
para
ver lo mucho que aquí se goza,
Las
llaves del cielo se clavan,
se
atornillan, se cuelgan, se pintan
y
no se sabe qué abren o si algo cierran
en
la conciencia de los hombres.
Interesante poema, sin saber si hay llaves para entrar en el cielo.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡¡Muchas gracias de parte de Marcelo, Albada!!! Un fuerte abrazo
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