no
soy un borracho tan perdido
que vaya a morir sin verte
SERGEI ESENIN
I
Nuestra distancia
me ha hecho viajar en
parábola
por el espectro humano
el pensamiento
y las palabras.
La ciudad natal está lejos
lejos están tus jardines
creciendo dispersos
como la sensibilidad
como tus sueños.
Madre
no sufras tu invidencia
tú bajas
subes, te atiendes
y cantas.
Espérame
he ganado certezas,
espacios
(vida espérame, muerte
espérame, amor, tenme paciencia).
Cuando nos volvamos a ver
un conjuro de aromas
vitales
y días y días de riesgos y
versos
en un ramillete de
imágenes habladas
te cantaré.
II
Madre
desde los primeros pinos
líricos
siempre temiste mi muerte
temprana:
que la nada y la oquedad
me mataran.
¡Hoy comprendo tus
temores!
Está el talento a medio
camino de la voz
devolverse es más arduo
que seguir.
No hay maestros, decoro,
ni laurel. No hay salida:
en fuga se ha convertido
la herida.
No obstante
la fuerza y el ingenio
heredados
están de mi parte.
Para nosotros
los de esta pobre vida
los que no morimos
por no tener ni dónde caer
vivos
forjaré con palabras
un imperio en el aire.
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