Foto: Gael García Bernal en La mala educación, de Pedro Almodóvar |
―Paco, ¿sabes quién ha venido a vivir al 4º D?
―¡Selfi Star!, la bloguera más popular del
momento en Internet, la reina del selfi. ¡Mira! ―De repente, me empezó a
enseñar un montón de fotos de la que a partir de ahora sería nuestra vecina.
―Pero, Raquel, ¿te has vuelto loca? ¿Por qué
tienes tantas fotos de semejante personaje?
―Me fascina su fotogenia frente a la
cámara, su espontaneidad, su belleza… Me tiene enamorada.
―Estás muy mal, cariño.
Antes de que me preguntara por qué había
subido tan pronto cuando acababa de bajar, me adelanté y comenté en voz alta:
―He vuelto a picar algo, tengo un hambre
que me muero y hasta que comamos…
Al abrir el cajón del pan, ¿qué me encuentro?: ¡otra vez la vecina!
Al abrir el cajón del pan, ¿qué me encuentro?: ¡otra vez la vecina!
―¿Pero, cariño, tú ves esto normal?
Mi mujer me respondió con una sonrisa
pícara y ladeando la cabeza hacia su hombro izquierdo.
―Esto no es normal, ahora mismo voy a
hablar con la tal Selfi Star.
―Eso, mi amor, y de paso le pides un
autógrafo dedicado. ¿Lo harás, cariño?
Con aspavientos de negación, salí ligero
hasta el 4º D, llamé al timbre dos o tres veces como quien tiene una urgencia,
una voz grave se oyó al otro lado de la puerta:
―Voy.
Abrió la puerta un hombre terminándose de
desmaquillar, de fuerte vello en el pecho (el que tiene uno siete días después de depilarse), y una toalla anudada a la cadera que dejaba entrever ese
bulto que diferencia al género masculino del femenino. Con una voz aún más
ronca si cabe que la que había contestado anteriormente, me preguntó:
―¿Qué deseaba usted, señor vecino?
Sentí un calor inusual en mi rostro y,
balbuceando considerablemente, contesté:
―Disculpe, me… me he equivocado de puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario