Mención Especial del Jurado del II Concurso Litteratura de Poesía
que el toro nos salve
e ilumine la selva
y guíe nuestros pasos
por el negro agujero
prometiendo una luz que
la selva destruya
una luz donde asentar la
vida
que el toro nos salve
y haga un hombre del
hombre
LUIS MARÍA PANERO
Foto: www.animaliaworld.wordpress.com |
La sonámbula mira sin ojos
al cielo cerrado.
Los rascacielos ensartan golondrinas
en sus antenas,
Víboras cercan la quieta pesadilla,
pero la luna es una puerta
que convierte la sangre
en gasolina.
Una
fénec embarazada deambula por una tormenta de arena hasta quedar exhausta. Un
demoníaco ser ocupó su madriguera, se cuela tras la piel de su víctima y roe
los huesos hasta hacerlos polvo. Tres crías de fénec caminaban por una tormenta
de arena encerrada en un estómago. Se hicieron una agotada bola, murieron. La
madre los parió muertos entre la arena, pero los lamió con tal amor que
resucitaron.
Una sonámbula despierta
y comienza a andar,
Milagro sin pies
que se desliza por la
oscuridad.
Madre,
No me volveré a quedar dormida,
No volveré a ser el pájaro
que exasperado se retuerce
entre unas fauces
hasta teñir la libertad con su sangre,
Te lo juro, no volveré a ser presa.
Más allá de la tormenta,
la cuerda de la lira golpea el viento,
Las espinas de las chumberas
caen a tiempo sobre las víboras.
Su fruto es dulce,
es de un dulce
que tan solo mi lengua reconoce,
Y por eso sigo, madre,
Porque ahora soy capaz
de encontrar la forma de comerlo siempre
mientras ando.
El sol quema mis ojos abiertos,
pero por fin es mía esta piel.
Mar Pérez Cruz |
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