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Foto: Balseros al anochecer |
Me visto para otro funeral,
el
mismo café amargo sobre las vísceras,
acaparo
un recipiente y lavo allí mis huesos,
mis
intenciones.
La
misma corbata, el semblante serio, vertiginoso.
Soy
el maestro de ceremonias,
veo
cómo los botes salen asustados,
la
marea los empuja, el mar no quiere saber de ellos.
Soy
el del traje oscuro,
el que saca la mano, se borra el cuello sin garganta,
aprieta los ojos y abraza el bulto que es su pariente.
el que saca la mano, se borra el cuello sin garganta,
aprieta los ojos y abraza el bulto que es su pariente.
Es
mejor dejar claro que nadie abraza a nadie,
no hay bultos, sólo él y el malecón.
no hay bultos, sólo él y el malecón.
Quizás
los que faltan se incorporen más tarde,
pero al bulto no quiso traerlo el mar.
Los peces lo necesitaban más que nosotros.
pero al bulto no quiso traerlo el mar.
Los peces lo necesitaban más que nosotros.
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