miércoles, 6 de enero de 2021

Cassandra......Lauro Cruz Sánchez

¡Feliz Año Nuevo para tod@s!


Foto: www.tumblrgallery.xyz
De regreso a casa, recargado sobre la ventanilla del taxi, sus ojos y toda su atención permanecieron inmutables, fijos en un punto del cristal, sin mirar el bullicio de la ciudad ni atender al pesado tránsito. Recordó el cúmulo de sensaciones vividas a lo largo del día. ¿Cómo llegó hasta ese punto? ¿Siguiendo a quién? ¿A un hombre, a una mujer?... Los recuerdos eran humo que se alejaba con lentitud.

         –Uta madre, me debo estar volviendo loco. Pinche memoria –pensó.

          De lo que sí estaba seguro era que el de su salvadora era un cuerpo femenino atrapado en la penumbra de un hombre, concretado en una forma blanca, de carnes elásticas y perfumadas.

Se despertó a mediodía, sujeto contra el piso por los poderosos brazos del sol. Tenía el degradante aspecto de un animal adormecido. Una gran pesadez en su cabeza apenas le permitió abrir los ojos. Las calles enteras le mostraron un atroz aire de hospital, con los pasillos atiborrados de confusión. Se descubrió sentado en el suelo, recargado sobre un poste. Le pareció que nunca había estado en un sitio tan infausto. Los policías del Metro no lo dejaron entrar.
          –¡Pinches culeros! −les gritó.

          Se sentó a veinte pasos de ahí, en el suelo, otra vez, a esperar la sobriedad. Su cuerpo no respondía, quería dormir, aunque una cerveza muy fría aparecía en su cerebro: helada, aún escurriendo partículas de hielo, atormentándolo. Buscó su cartera. Nada.

          –¡Hijos de su puta madre, me bolsearon!

          Sólo se descubrió unas monedas en el bolsillo. Además de la cerveza o un trago, el sueño acabaría con la borrachera, pensaba.

          Perdida toda esperanza, continuó luchando contra la memoria y sus fantasmas durante un buen rato. Los rayos del sol resbalaban sobre su ondulada cabellera, haciéndolo sentir como un salvaje arbusto, plantado en el asfalto.

          La tarde empezaba a caer cuando apareció ella, con una indecible ternura, su cabello teñido y largo, su bolso al hombro. Un triángulo de pantaleta blanca se pudo apreciar bajo su ajustada falda roja. La bebida, tal como la había imaginado, apareció frente a él, directamente de una mano femenina. Ella se sentó a su lado, ante el desconcierto de Carlos.

          –Llevas horas ahí tirado, ¿qué te pasa?           

          Conversaron durante un buen rato. Ella le contó que tenía un hermano en situación de calle –el más rebelde de la familia–; así se quedaba a dormir en la calle, como él, por eso quiso ayudarlo. Carlos, por su parte, dijo que andaba perdido. Lo único que deseaba era llegar a casa, con su mujer.

          –Debes mojarte la cara y el cabello o no podrás reaccionar. Ven, acompáñame.

          La duda lo asaltó, a pesar de la borrachera.

          La miró unos instantes y sacudió la cabeza. La siguió, al fin, como autómata, deleitándose en su bebida, con la duda taladrando sus espaldas. Ella lo condujo a unos excusados públicos.

          El agua aplicada en el rostro y en la cabeza, con el cuenco de sus manos, entregó a Carlos un gran bienestar. Él quería mear, solo; ella insistió en meterse junto con él.

          –No te me vayas a caer, mi amor, todavía estás muy borracho.

          Le entregó otra cerveza que extrajo de su bolso.

       En el espacio para el retrete, apenas cabían los dos, de pie. Le bajó el cierre. La verga de Carlos respondió al primer contacto. ¿Cuántos días tengo sin coger?, pensó de repente. Ella se agachó como pudo, colocándose de hinojos. Sus tacones invadieron el retrete contiguo, pues la división no llegaba hasta el piso.

          –Ahorita verás cómo te desapendejas pronto, papacito.

          Comenzó a chupar con una maestría sorprendente. Su mano izquierda no abandonó la mona. Él se dejó hacer, con la vista clavada en el techo, mientras apuraba su bebida. Las brumas en su cerebro no le permitieron responder. Las cervezas hicieron efecto muy pronto. Sin que su amante lo notara, Cassandra extrajo de su bolsa una pequeña lata de Vaporub. Con el dedo meñique lo untó en el glande, apenas una minúscula porción. El ardor fue agudo, como piquetes de alfiler. Carlos intentó zafarse, pero se sintió sujeto con fuerza por las nalgas. El olor a thinner inundaba el pequeño espacio. La chica aceleró los movimientos de la lengua mientras se desprendía de la peluca, pues le estorbaba. Carlos descubrió las facciones masculinas de su amante. Sin embargo, su pito, que ahora sentía una fuerza y tamaño descomunales, como de actor porno, le ordenó permanecer ahí, aguantando vara. Las bromas de sus amigos lo asaltaron: “cuando ya la tengas adentro…” Él no la tenía adentro, pero sí gozaba con todo su ser, inundado de luz, metido en aquel sensual orificio. Incluso había dolor, pero el placer era extraordinario. Una alegría delirante, combinada con las ganas de orinar, lo hizo sentir una sobreabundancia de energía −emoción raras veces experimentada. Aquella erección de hierro había secuestrado su voluntad. Todo sucedía delante de sus ojos con la nitidez de objetos conocidos, nitidez que lo extasiaba; objetos que lo impulsaban a continuar.

          Obedeciendo al mandato de su miembro –ahora convertido en general de división−, aceleró el ritmo de la pelvis con los ojos cerrados. Sintió la fiebre de sus manos al contacto con aquella cabeza varonil.

          Instantes después, no supo si orinó o había eyaculado, pues lo que haya brotado de sus entrañas, ella lo tragó por completo. Incluso sorbía los residuos. El excusado guardaba el olor ácido de sus cuerpos, combinado con mierda, Vaporub y thinner. Con delicadeza, el travesti se limpió los restos de bilet. Se arregló la peluca.

          –¿Cómo te sientes, mi amor? –exclamó, sin poder ocultar la excitación.

          –No sé, dame chance, un poco pendejo todavía.

          La gente no debía verlos salir juntos. Ella se adelantó.

          Al quedarse solo, ahora sí pudo mear. Sintió de nuevo el encanto fascinador de la vida. Afuera, los autos entonaban una furiosa serenata. La salida de los baños hacia la calle era un corredor estrecho. La sección para caballeros se encontraba al fondo, dividida sólo por una corina sucia y rota, de plástico, con una oscura pátina y dibujos despintados por el tiempo. Se vieron en la calle, como acordaron. Platicaron largo y tendido.

          Un pedazo de cielo azul fresco, con nubes apenas visibles, los observaba. Le pareció que en el aire flotaba un sutil olor a orquídeas.

          Carlos tenía el alma flamante.

          –Gracias por el aliviane, ya me siento mejor.

          Se estrecharon las manos. Ella depositó un beso en la comisura de los labios. Le acercó la mona a la nariz. Él aceptó ambas cosas, con agrado. Se dirigió al metro. A unos pasos, la chica lo alcanzo, sujetándolo del brazo.

          –Ven, mi amor, mejor vete en un taxi, ¿dónde vives?

          –No, cómo crees, ya sabes que me robaron la cartera.

          –Insisto, esto es cosa mía, tú afloja el cuerpo.

          –¿Mááás? –Ambos sonrieron.

          Le dijo dónde vivía, al fin.

          A media calle del metro Revolución había un sitio de taxis. La chica dio la dirección y entregó un billete al conductor.

          –Quédate con el cambio –dijo Cassandra. Casi lo empujó dentro del vehículo. Carlos se juró a sí mismo regresar a saldar la cuenta y a revivir aquella experiencia, sumergido en esos ojos grandes y claros, poseedores de simulacros de eternidad que ni su esposa era capaz de brindarle.

          Su cuerpo proclamaba desobediencia; sus genitales, la repetición del regodeo: se sentía inundado por una extraña gratitud. El crepúsculo de verano comenzó a nacer, inundando su espíritu con una luz viva. Carlos se sentía penetrado de felicidad.

          –Gracias, Cassy, te debo una.

          –No me debes nada, querido. Muérete por acá cuantas veces quieras. Será un placer volverte a la vida.

          Los rayos del sol magnificaron el coqueto guiño que, a manera de despedida, ella le regaló.

2 comentarios:

  1. GRACIAS, JORDI!!!! ES UN GRAN HONOR PARA UN MEXICANO EL FORMAR PARTE DE Litteratura Blog, Por amor al arte!!!!!!! UN ABRAZO BIEN CHILANGO...

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    Respuestas
    1. ¡¡Mil gracias a ti, Lauro!!! El honor es nuestro, estamos encantados de publicarte y de darte la bienvenida a la familia de "Litteratura"!!!! Un fuerte abrazo desde el otro lado del charco

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