sábado, 31 de mayo de 2014

Yo los maté......Laila Zylberberg

Foto: www.lachachipedia.blogspot.com
Deshilachando todas las mentiras,
voy matando estos bichos descarriados,
los que caminan por mi alma y me atormentan,
los que me aplastan con patitas invisibles,
duermen y anidan en mi calendario viejo
que se arrancó los días como un caníbal despiadado,
y no los ves -y yo tampoco los veía-.

Tiemblan mis manos tan tranquilamente
mientras preparo la tumba de los nuevos cementerios
y hago una cajita transparente
de piedritas grabadas con azufre
y las echo con amor
(¡con tanto amor las echo!).

¿Sabes? A veces hay que matar.
La ignorancia es un acto de amor,
como olvidar una historia,
sacrificar un verso.

El bicho aún no sabe que muere,
mueve su cuerpo como un fantasma aferrado
que ya no puede sostenerse en mi apellido
aunque lo intenta,
pobres, es la ignorancia que los mantiene
carcomidos,
es la oscuridad que los alienta,
amamantados por los escombros nefastos del mundo
y toda la longevidad de mis lamentos los ampara.

Perdono tu ignorancia,
tu ropita de verdugo infame,
perdono tu locura, tu quitarme todos los apoyos,
tu manera silenciosa de chuparme
todas las sombras de víctima asesina,
perdono que hayas intentado enmacetarme
para que mis raíces se queden chiquitas
y que hayas fumigado mis pétalos también,
yo Te perdono
tus sordas formas de olvidar mi pequeñito nombre,
el corazón de águila grabado con espadas
en las montañas de plata que quisiste romper con tus dientes.
Perdono que hayas intentado aplastarme con tus ojos,
con tu dedo, con tus pisadas de hombre cruel
y tus manos raposas de madre que no ama.

Los bichos mueren,
porque la vida los llama al entierro
-y no puedo contártelo,
que ya no necesito la piel antigua
ni los vestidos viejos
ni los espejos oxidados
ni todos los escudos constantes-.

Tenemos un color de ojos diferente
y un sueño de cielitos bien distinto,
ahora mismo estoy frenando tus derroches
mientras tiro las ultimas piedritas
y las ahogo en la tierra con mi bastón,
y se asfixian cuando no pueden beber mi miedo
y dejan de inocularme las mentiras,
por eso mueren, se están muriendo.

-Yo los maté-.

Debajo del cadáver de todos los bichos aparecidos
dejé mis versos viejos
y los tapé para que no tengan más frío.
¿Viste? Ya están más felices.

De pronto me entra un aluvión de lágrimas
y un terroncito de tierra se mueve,
es un animalito de San Antonio que va despacito,
todo lleno de pequitas,
viene hacia mi y trepa en mis manos,
¿lo ves?, comienza a hacer caminitos de verdad.
Me está caminando el alma entera
este bichito de colores,
hilvanando mis sueños en una agenda mística
escrita con todas las luces de la ley.

Comienzo a caminar, y me sonrío.


Barcelona, 21 de marzo de 2014
¡FELIZ PRIMAVERA!


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