lunes, 3 de diciembre de 2012

Rincones misteriosos......Laila Zylberberg

Foto: Roberto Arce, Rincones de mi ciudad
A veces hay un rincón de pared
por donde uno intenta escaparse,
una especie de trozos esquineros,
una porción de pliegues entreabiertos,
algún resquicio o recoveco, alguna raja
Una raja que respira otras constelaciones

y por eso te acercas a esa esquina
para ver si es cierto, para olisquear el azul,
ese azul que está después de los rincones,
escabullirte hacia ese lugar de vuelos y desvíos,
o hacia el otro lugar de encuentros que perdiste
en ese rincón que no sabes hasta donde llega
pero está y puedes olfatearlo,
está ahí, tan cerca, lo sientes, lo percibes,
la mano se estira para llegar al borde,
sería tan fácil rasgar el trozo que divide tu certeza,
sólo debes recordar el rincón, y empuñar el deseo,
porque vas a olvidarlo 200 años, cada vez que amanezca,
el mapa del rincón, el origen del deseo 
Y cuando lo tengas sujeto, arrancas la capa divisoria
entre la vida y la muerte,
lo que te separa del mundo, entre el mundo y el mundo
Y desapareces
por ese hueco de las premoniciones nocturnas
Ya lo sabías
Yo también lo sé
Pero a veces lo olvido

Y es que no pude salirme
pero estoy cerca,
huelo esos rincones cada día,
los busco arrebatada, premeditadamente,
y a veces somos dos
y a veces somos cuatro
Todos mis YO y todas las familias de mi estirpe,
no importa que sepas cómo lastimarme,
por ahí llego más rápido porque mientras me escapo
encuentro los rincones
Y respiro.

Yo te perdono,
también estás buscando trozos salidos
Olvidaste que mis uñas arañan esas mismas paredes,
los mismos edificios de siempre,
todas las ciudades de mi mente
proyectan los rincones del caracol
y los cubren de maquillaje, con certezas
y rejas bien bonitas
para que juegue
y a veces el juego no me gusta,
me paso las noches oliendo los rincones que conozco,
me paso las mañanas olvidando los rincones que ya he vivido,
me paso las uñas rotas sobre los lugares de siempre,
los amores de nunca,
los recuerdos de nadie,
y a veces el juego no me gusta

por eso,
por eso vuelvo a los mismos rincones,
necesito convencerme que todavía no me atreví,
que todavía no desnudé las ciudades,
que todavía sigo jugando con las uñas

a lastimarme, igual que vos.


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