Tres millones de pesos
que me llenan el bolsillo
—bueno, no abultan mucho, compañero—
me redescubrieron
la futilidad del dinero.
El valor de tu sonrisa
nunca tuvo ningún precio.
que me llenan el bolsillo
—bueno, no abultan mucho, compañero—
me redescubrieron
la futilidad del dinero.
El valor de tu sonrisa
nunca tuvo ningún precio.
Me temo que la distancia
predomina sobre el tiempo,
me temo que la nostalgia
es un pobre, triste argumento.
La memoria de tu cuerpo
me devora como el fuego,
tus orgasmos caudalosos
se apagan en el silencio,
tus gemidos acuciantes
mientras el euro se hunde
y se corrompen los sueños.
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