Finalista del V Concurso Internacional “Litteratura” de Relato
No
penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para
traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al
hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera
contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa...
Y el que no toma su cruz y viene en pos de mí, no es digno de mí.
MATEO
EL
EVANGELISTA
10:34-36
y 38
 |
Foto: Daniel Giménez Cacho y Nacho Pérez en La mala educación, de Pedro Almodóvar |
La
desnudez de los dioses, vírgenes y ángeles siempre me ha intrigado.
No es que dude de su inocencia, sólo que nunca he confiado en la
moral de los hombres. Acaso no es apetecible una virgen desnuda –con
el perdón de Dios–, acaso no es una tentación al celibato.
Yo
también soy un dios a veces. El padre dice que solo existe un Dios,
un Dios Padre. Sí, yo entiendo que los otros son dioses paganos,
pero cuál es la diferencia entre unos y otros. El padre me dice que
eso es pecado, pero yo simpatizo más con algunos dioses paganos. Yo
envidio a Eros. Sí, la envidia es un pecado capital, pero la mía es
de la buena, de la que se absuelve con algunos padre nuestros o ave
marías. Claro, a mí me tocó ser hijo de este Dios, el que no es
pagano. Eso dice el padre, dice que somos su imagen y semejanza, y
cuando me miro al espejo siento un poco de repulsión por “Dios no
pagano” y un poco de lástima quizás. Por eso me pregunto quién
es ese Dios perfecto y ese judío de ojos azules en la cruz, porque
definitivamente no son mi Padre y mi hermano. Ves, Hércules,
Aquiles, Cástor y los otros sí son imagen y semejanza de sus
padres. Pero al menos tengo el consuelo de que el mío es más bueno
y perfecto, y eso es un orgullo, aunque no nos parezcamos mucho.
El
padre dice que los hombres buenos van al cielo, y yo nunca tuve apuro
por vivir. Sólo dejaba pasar los días y rezaba mucho, esperando la
muerte y el paraíso. Pero últimamente ya no lo añoro tanto. Eso
fue desde el día que conocí a Magdalena. No, no la santa, aunque es
prostituta también. Eso me dice el padre, una puta
y una retrasada, y me manda a rezar, y me castiga por mis pecados.
Suerte que Dios, mi Padre, es misericordioso y siempre me perdona. Es
que yo también soy un dios a veces, un dios como esos que se
desnudan en las imágenes. Y Magdalena es una diosa que me quita el
miedo a la vida, que me abraza como nunca lo han hecho las vírgenes
de las imágenes, que no llora ni se arrepiente de nada. No, no se
parece a la otra Magdalena, la María, aunque el padre lo diga.
Un
día, el padre nos vio abrazados en la capilla y no entendió cuando
le dije que éramos dioses desnudos, que ella era mi diosa, que era
incluso más linda que muchas de esas gordas de los cuadros. Que no,
nada de santa, ni virgen, que unos anormales de mierda es lo que
somos, que vamos a ir al infierno por fornicar. Así dijo, y esa fue
la primera vez que me castigó.
Ya
sé lo que es fornicar, Magda se lo preguntó a su padre. Por eso nos
vamos a casar, para poder ir al cielo. Ayer esperé a su madre para
decírselo todo. Nos vamos a casar, ella es mi diosa y quiero que
usted lo sepa. Pero no pude, porque ella estaba llorando en el
confesionario. Padre, mi marido siempre me golpea cuando se
emborracha. Ya no soporto más sus maltratos, su peste a ron ni su
presencia, quiero divorciarme. Hija, los caminos del Señor son
inescrutables. Estamos viviendo momentos difíciles y es en estos
momentos cuando debemos estar más unidos. Recuerda que hasta Cristo
fue tentado en su momento de mayor agonía, pero aun desde la cruz
resistió los embates del demonio. Sí, padre, pero es que
últimamente sueño que estoy desnuda en la cama, enciendo la luz y
hay un hombre a mi lado que no es mi marido, lo peor es que cada
noche es uno distinto y que siento deseos de estar con él. Pero
cuando me va a tocar, siempre me despierto asustada, como si me
estuvieran mirando. Ese es Dios, que siempre vela por sus hijos. El
diablo es muy sutil, no cedas a sus tentaciones, que la carne es el
cuerpo del pecado. Reza mucho, reza por ti, por tu marido y por tu
matrimonio. Así hablaron.
Pero
hoy sí se lo digo, hoy después de misa sí me decido. Buenas,
señora, la saludé, y cogí a Magda de la mano. Dime. Y miró a Magda,
miró mi mano en la suya instintivamente, y después fijó sus ojos
en mí como quien lleva el diablo escondido en la mirada. Es que
queremos casarnos, atiné a decir. Quiénes. Nos miró como si el
diablo mostrara ahora a través de sus ojos esa caldera encendida que
dicen tiene allá por el infierno. Nosotros, pero sólo después que
atraje a Magda hacia mí y le rodeé su cintura con mi brazo, pareció
entender y salir de su letargo. Esto es lo que me faltaba, conque se
van a casar. Sí, porque nos amamos. Y ustedes qué diablos saben del
amor. Preguntó, como si el diablo tuviera que estar presente en
todos los temas. No, no sabemos, yo sé muy poco de todo, le dije.
Bueno, y entonces qué es eso de amarse. Es que lo sentimos. Mira,
muchacho, no me hagas reír, déjense de tonterías. Pero es que… Sí, que la amas, como si el amor fuera una medicina que se toma para
el dolor de cabeza, que cuando se acaba vas y compras más; pero el
amor es sólo el dolor de cabeza, la falta de cura, muchacho, el amor
es una palabra que inventó el hombre para tener por qué vivir, pero
que no define ningún objeto real, porque el amor no existe. No
entiendo. Nadie lo entiende. Pero es que yo la amo. Te dije que el
amor no existe, sólo se insinúa en su ausencia, en la necesidad de
concebirlo. Pero Dios es amor. Entonces quizás Dios no exista. Sí,
Dios es mi Padre. Está bueno ya de estupideces, tus padres murieron
en un accidente, tú ibas con ellos pero lograste salvarte, por eso
quedaste así. Estupidez o lo que sea, nos vamos a casar. Cogió a
Magda por una mano y la arrastró de mi lado. Ustedes están
completamente locos. Locos y todo, nos vamos a casar. ¡Qué pasa! Ah,
buenas, padre, acá su monaguillo que pretende casarse con mi hija.
No, padre, los dos queremos casarnos. Cuantas veces te he dicho que
tú eres un servidor del Señor, y un servidor del Señor no puede
amar a una mujer, eso es pecado. Pero cómo ser hijo y servidor a
la vez de nuestro Padre, además, cómo es posible que Dios prohíba
amarse. Y tú quién te has creído para atreverte a cuestionarme a
mí y al Señor, vete a la capilla y espérame allí. Sí, padre.
Sé
que el padre me va a castigar, siempre me castiga, me castiga por
todo. Sabes que te has portado muy mal. No sé, padre. Pues sí, te
has portado peor que nunca, me dijo. Y después, que me desnudara.
Como los dioses, padre. Sí, como ellos. Que no sé
qué de la carne, que se la meta, así, hijo mío, así, más..., muérdeme el
cuello, que no padre, eso no me gusta, que sí, si no, no vas al
cielo. Pero el padre no sabe a Magda, aunque al final sienta también
una cosquilla y un mareo que me gusta mucho, pero el padre no sabe
como Magda. Que me vire, dice. Entonces yo, que no, no me gusta, y él
que sí, esta vez sí, este pecado es demasiado grande, y me coge
por los hombros, y coño, so maricón, me cago en Dios... Me duele mucho,
pero lo empujo y logro soltarme y correr mientras le oigo decir que
ahora sí no tengo perdón, ahora sí voy de cabeza al infierno.
Magda
ya no tiene miedo, no le preocupa su madre, que no se entera que ella
existe, sólo llora y reza, ni
su padre, que siempre está borracho, le pega a su madre y hasta ha querido últimamente
ser un dios desnudo con ella. Porque Magda y yo nos vamos a fugar de
la casa, de los padres, del hermano de ojos azules y del paraíso
para siempre. Sólo Magda y yo, para vivir y tener hijos y amarlos,
aunque no se parezcan a nosotros.
 |
Isbel González |
*
Nació
en Guayos
(Cuba)
en
1976, y
reside
en Elizabeth (EE.UU.).
Es narrador,
poeta
y
ensayista. Entre
sus múltiples premios, destacamos: ganador
del Concurso
de cuentos
de
la
Semana Negra de Gijón (2006),
del
Nacional
de cuentos El mar y la Montaña (2009)
y
del
III Premio
internacional
de poesía La Revelación (Madrid,
2009);
mención en el
Premio
Nosside Mundial (Italia,
2010)
y en el
Alejo Carpentier de novela (2013), finalista del Premio Casa de las Américas de
cuento
(2014);
ganador
del Premio
de
novela
de
la Ciudad de Sancti Spíritus (2014)
y del
XXXIII Certamen de Poesía Federico García Lorca (Barcelona,
2014), y
mención
en
el Reinaldo
Arenas de
novela
(Miami,
2017).
Ha
sido incluido
en antologías de
Latinoamérica,
Estados
Unidos
y Europa; y
ha
publicado, entre otros libros: La
insoportable liviandad del ser o Manual
para cazar un homo sapiens (poesía,
Luminaria,
Cuba,
2008, y Publicaciones entre Líneas, Miami, 2016), Los
güijes del arco iris
(literatura
infantil, Gente
Nueva, Cuba,
2008), Palabra irreverente de otros cuerpos (epigramas,
Latin
Heritage Foundation, Washington,
2013), Wostok
(novela,
Luminaria,
2015),
Guayos
A.P. (poesía, Ed. Unión, Cuba, 2015) y
La
fórmula de Drake (cuentos),
que ganó el Premio Deslinde 2021
(Madrid). Finalista del V
Concurso Internacional “Litteratura” de Relato.
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